Bejes, un puerto veloz
Una de las cimas novedosas de La Vuelta 2023 tendrá lugar en Cantabria. Será en la 16ª etapa, el 12 de septiembre, y la pequeña localidad de Bejes, que no llega al centenar de habitantes, tendrá ante sí buena parte de los mejores ciclistas del planeta.
Óscar Freire y su hijo, Marcos, también ciclista y que actualmente está en categoría júnior, en el inicio del puerto de Bejes. Tras un pronunciado giro a derechas en la localidad de La Hermida, arranca la ascensión por tierras cántabras.
José Miguel Buera, de ASTV, colocando sobre el casco de Óscar Freire una cámara GoPro para grabar la subida en primera persona, algo que el triple campeón del mundo aceptó con una sonrisa, recordando que son cosas totalmente distintas a las que vivía en sus inicios como ciclista.
Óscar y Marcos Freire en plena ascensión. Se trata de un puerto corto… pero explosivo. Son 4,8 kilómetros al 8,7% con picos máximos del 14% y está catalogado de segunda categoría. Será el desenlace de la 16ª etapa, el próximo 12 de septiembre, en una llegada en alto que se estrenará en La Vuelta.
Al inicio de la ascensión, la carretera está asfaltada, mientras según avanza la subida se aprecia un terreno hormigonado, en el que la bicicleta se agarra bien. En algunos tramos, la carretera se estrecha, con anchuras suficiente para los ciclistas y cuyo tráfico durante el año es escaso… algo que puede cambiar tras el paso de La Vuelta.
Marcos Freire, de pie, revisa su bicicleta, una Colnago, la misma que utiliza el equipo UAE, del que viste ropa. Enrolado en el Bathco Cycling Team (Besaya), el pasado invierno hizo una concentración invernal con el equipo de Tadej Pogacar: “Fue increíble”. El UAE le sigue de cerca.
A sus 47 años, Óscar Freire logró 70 victorias en su carrera, siendo uno de los corredores más destacados de siempre, tanto a nivel nacional como internacional, con sus tres Mundiales como mayor cosecha. Disputó La Vuelta en nueve ocasiones, pero nunca la pudo acabar como corredor al retirarse para preparar las citas mundialistas. Sí logró conseguir una etapa en su tierra, Cantabria.
Óscar y Marcos Freire posan a escasos metros de coronar la subida junto a unos caballos. En la zona también es muy frecuente la elaboración de quesos. Tanto padre como hijo suelen salir a entrenar juntos, y Óscar ejerce como “profesor” y sin “ninguna presión” para su vástago.
“Es la típica subida a la que nadie tiene miedo y al no tenerlo, son las que puede hacer más daño. Se afronta muy rápido”, desgrana Óscar Freire. Salvo los primeros cuatro kilómetros, que cuentan con sombras, el resto es expuesto y abierto, por lo que el viento puede ser clave. “Ojalá buen tiempo”, añade el cántabro.
Óscar Freire, acompañado de su hijo Marcos, analiza el puerto en una terraza de Bejes con el redactor de AS, Dani Miranda, y el cámara, José Miguel Buera. En un pueblo con población mayor, viviendo buena parte de ellos del campo, y toman un café por 0,60 céntimos (“el precio de la zona”) con el desfiladero de La Hermida, el más largo de España, de fondo.
La saga Freire continúa en el ciclismo. Por el momento, el legado de Óscar está escrito con letras de oro. El de Marcos, el tiempo dirá. El padre estará en La Vuelta como embajador de Plenitude y el pequeño no se perderá esta jornada, un año más con montaña por Cantabria. “Por eso me costó tanto ganar aquí una etapa en La Vuelta”, concluye con una sonrisa el legendario velocista.
