MTB | COPA DEL MUNDO

Henrique Avancini: "Antes de empezar, ya me sentía ganador"

El brasileño, maillot arcoíris en 2018, disputa la Copa del Mundo de Mountain Bike en su Petrópolis natal. En vísperas de la prueba final, atiende a AS.

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Henrique Avancini: "Antes de empezar, ya me sentía ganador"
Fabio Piva Red Bull Content Pool

Uno, dos, tres... Ataque tras ataque. Sin cesar. Henrique Avancini, pese a terminar cuarto, no se guardó nada en la primera prueba de la Copa del Mundo de Mountain Bike, celebrada ayer, viernes, en Brasil. Mañana, domingo, segundo asalto (en directo a través de Red Bull TV). Y, de nuevo, Avancini, campeón del mundo en 2018, volverá a darlo todo. Cómo no va a hacerlo. Los 10.000 asistentes que se acercaron, y se acercarán, a la carrera le idolatran: le aplauden, buscan sus gestos, le adoran. No es casualidad. En 1989, Henrique nacía en la Petrópolis que este fin de semana se ha convertido en el epicentro mundial del ciclismo de montaña. Creció rodeado de bicicletas, en la tienda de su padre, se marchó a Europa arriesgándolo todo y, 17 años después, ha conseguido que la competición vuelva a su país, desde donde atiende a AS.

Petrópolis, su casa, y, además, en un circuito que usted mismo ayudó a construir, tanto en sus orígenes como en las posteriores adaptaciones. Cuántos recuerdos y emociones...

Muchos. En 2015, mi padre y yo empezamos a diseñar este circuito desde cero. Eso sí, la pista ha sido modificada para la Copa del Mundo debido a las demandas logísticas y de retransmisión televisiva. Ha cambiado el 40 %, aproximadamente.

¿Le beneficia o añade aún más presión?

Puede ser una ventaja conocer la zona, el clima, el tipo de terreno y el suelo, claro. Todo es más familiar para mí, es donde he estado entrenando toda mi vida, pero cuando estás en una situación competitiva cambia mucho. Es algo completamente diferente correr solo o en una carrera, compitiendo contra los mejores.

Después de 17 años, la Copa del Mundo ha vuelto a Brasil y, buena parte de ello, es gracias a usted. Más allá de lo que termine ocurriendo... ¿se siente ya un ganador?

Sí, es, probablemente, la única carrera en la que, antes de dar la primera pedalada, ya estaba ganando. El regreso de la Copa del Mundo a Brasil y América Latina es un hito. Es un evento mundial gigantesco, que rara vez se aleja del conjunto tradicional de sedes anfitrionas. Estoy muy agradecido con la UCI. Es una gran oportunidad para mostrarle al mundo mi ciudad natal y la cultura que hemos desarrollado a lo largo de los años.

Henrique Avancini avanza pese al barro.

¿Cómo se fraguó todo?

Cuando comenzaron las primeras conversaciones, me convertí en una especie de representante del país, brindando información, mostrando posibilidades y ayudando con cosas estructurales y organizativas. Luego llegó el momento en que decidieron organizar el evento en mi ciudad natal. No era algo que buscara especialmente, porque el gran objetivo era traer la Copa del Mundo a Brasil, como país. Ser una de las razones por las que todo esto está sucediendo conlleva una gran responsabilidad, pero también una profunda gratitud.

Después de lograr algo así, ¿a qué más se puede aspirar?

Haber contribuido al crecimiento del ciclismo de montaña en Brasil me motiva más que cualquier título. Este es mi mayor sueño y lo estoy viviendo, pero todavía hay mucho por lograr. Por supuesto, todavía quiero ganar muchos títulos.

En los circuitos, destaca por su capacidad de análisis, por cómo interpreta los trazados. ¿Tiene algo que ver con su formación académica (matriculado en derecho especializado en el medio ambiente)?

Creo que soy una persona bastante analítica, me sale muy natural, así que no creo que sea por mi formación académica. Probablemente, sea más bien al revés: opté por una carrera académica por mi carácter analítico.

¿En qué momento vio claro que su vida debía vestir con casco y maillot y no con traje de abogado? ¿Hubo dudas?

Al principio, no podía imaginarme realmente el ciclismo de montaña como profesión. Era mi hobby, mi pasión o mi sueño... pero no generaba ingresos con ello, por eso decidí estudiar derecho ambiental. Eso sí, nunca dejé de entrenar cuando estaba en la facultad de derecho. Fue muy difícil encontrar el equilibrio. Las cosas cambiaron un poco cuando obtuve mi primer gran patrocinio. Luego, mi equipo se disolvió, pero llegué a la conclusión de que aún tenía que intentarlo, así que me mudé a Europa. Con mi primer contrato allí, finalmente, decidí dejar la facultad de derecho y correr el riesgo de convertirme en atleta profesional. Así que sí, hubo muchas dudas, pero ningún arrepentimiento.

Henrique Avancini en acción.

Su llegada a Europa no fue sencilla. ¿Procede de esa época su carácter competitivo?

Ir a Europa fue un gran paso para mí y lo arriesgué todo. Tenía que demostrármelo y no quería decepcionar a mi gente en casa. Literalmente, tenía que obtener buenos resultados para ganar dinero y tener sustento. No estoy seguro de si esto me ha hecho más competitivo o si mi naturaleza competitiva me ayudó a tener éxito entonces. Lo que he aprendido desde que me fui a Europa es que puedes hacer este deporte toda la vida y nunca lo dominarás por completo. El ciclismo de montaña te da muchas lecciones de humildad y respeto. Siempre hay algo que aprender o mejorar.

Más allá de la prueba en Petrópolis, ¿cómo afronta la temporada? Será la más larga hasta el momento.

Lo será, pero la cantidad de carreras o la duración de la temporada nunca han sido un problema para mí. Me gusta competir y creo que lo voy a manejar bastante bien. Por supuesto, es difícil mantener la motivación y la concentración si tu cantidad de trabajo, viajes y todo lo que conlleva aumenta, pero es algo que me gusta. Me siento bien y creo que es genial que la Copa del Mundo crezca.

La primera vez que montó en bici, con su hermana Carol, no salió del todo bien. Se olvidó de explicarle cómo funcionaban los frenos y usted no frenó. Al final, ha resultado ser una metáfora de su trayectoria, ¿no?

Supongo que sí (risas). La bicicleta siempre ha jugado un papel importante en mi familia. Pasé innumerables horas en la tienda de bicicletas de mi padre y sí, cuando mi hermana me enseñó a montar, no terminó de la mejor manera.