Domingo por la mañana en Lizoáin (Navarra). Una conductora, que posteriormente da positivo por alcoholemia, arrolla a dos ciclistas, de los que uno debe ser hospitalizado. El día anterior, en Riudoms (Tarragona), son tres los ciclistas heridos en un incidente de características similares. Una semana antes, en Oliva (Valencia), la tragedia es mucho mayor: tres pierden la vida. Siempre conductores ebrios implicados. Siempre la peor parte se la lleva el ciclista.
Si bien “el problema no es nuevo”, como avisa Manuel Martín, director de la Coordinadora en Defensa de la Bici (ConBici): “Se ha tenido que dar una sucesión de tragedias para que se cree esta alarma”. El Comité de Seguridad Vial de la Dirección General de Tráfico (DGT) se reúne hoy de manera “urgente” para adoptar medidas que reduzcan esta siniestralidad (entre ellas, endurecer las penas a conductores reincidentes por alcohol y drogas). En lo que va de año, 19 ciclistas han perdido la vida en España, cuatro más que el año pasado por estas fechas. “Vamos a poner medidas encima de la mesa con la intención de que no haya más muertes trágicas”, aseguró ayer al respecto Juan Ignacio Zoido, ministro del Interior.
Porque, si bien la mortalidad sí se logró reducir el año pasado (aún con datos provisionales), el número de accidentes con bicicletas implicadas se ha duplicado en los últimos cinco años. “Está empezando a cundir el miedo a salir en bici. Y la realidad es que a más ciclistas, más seguridad. Supone que haya menos coches y que los que haya estén más acostumbrados a los ciclistas”, apunta Martín. Según el Barómetro de la Bicicleta de 2015, dos millones de personas salen en bicicleta cada día en España.