La firma más legendaria de bicicletas cumple 175 años

Adentrarse en la planta de Orbea en Mallabia (hay otra en la localidad portuguesa de Aveiro) es como dar un paseo por los dos últimos siglos del ciclismo. Aquí reposan desde los pesados modelos que surgían del reciclaje de los tubos de armas hasta las ligeras balas que penetran por el aire hoy en día o las monturas con motor eléctrico (ojo, para particulares, las legales) que forman parte del futuro. La firma más legendaria de bicicletas cumple 175 años; una empresa integrada en el Grupo Mondragón, es decir, con los valores del cooperativismo, que ensambla 190.000 unidades al año. El centro vizcaíno, efervescente de actividad, cuenta con 180 trabajadores, el 90% de ellos socios, y salen 216 unidades cada día. Una bici encargada a Mallabia desde San Francisco llega a la costa oeste de EE UU en diez días, totalmente customizada, con el nombre del cliente en el cuadro de carbono. La planta lusa cuenta con 50 operarios.

Los orígenes de la firma se remontan a 1840, en Eibar, por el afán emprendedor de los tres hermanos Orbea para producir revólveres (de aquí el bautismo de ciudad armera), al final de la Primera Guerra Carlista, cuando se pagaba en maravedíes. La trayectoria empresarial de los Orbea atraviesa tres siglos. Allí se elaboraron revólveres que sonaron en la Guerra de Secesión y la I Guerra Mundial. Con la paz llegó al reconversión. A partir de 1925, se afanaron en elaborar bicis, con una expansión irresistible. En enero celebró sus 175 años de vida por todo lo alto, con los corredores que expandieron aún más la marca por el mundo cuando formó equipo profesional. Acudió el lehendakari, Urkullu.

Delgado birló con el Orbea la Vuelta de 1985 al pobre Robert Millar, bajo la niebla del descenso de Navacerrada. “Aquello fue la bomba”, ironizaba Perico en la ciudad de las armas. Lejarreta, Samuel (que ganó los Juegos de Pekín con una Orbea), Laiseka, Galdeano... leyendas de la marca.