Los valores fisiológicos de Chris Froome se sitúan en el limite superior de lo humano, interpreta Phillip Bell, uno de los expertos de GSK (la farmaceútica Glaxo Smith Kline) que dirigieron las pruebas a las que se sometió el ganador del Tour después de la carrera francesa. Aún así, esos datos no han sido muy superiores a los que arrojó en pruebas idénticas en 2007, por los que el ciclista y su entorno asegura que eso probaría que no usa sustancias para potenciar el rendimiento.

Esa es la conclusión que se puede sacar después de que la revista Esquire, en su versión británica, publicara los datos de un estudio de rendimiento a las que se sometió Froome en agosto. Resultados que han dado valores sin grandes alteraciones comparadas con los de 2007, siendo su bajada de peso (de 75,6 a 69,9kg) la mayor novedad. De hecho, ese peso aún habría sido más de dos kilos inferior durante su participación en el Tour.

En VO2 (el volumen de oxígeno en la sangre que se puede consumir durante cierto tiempo y según el peso), los datos son similares a los de hace 8 años: 84,6 ahora por 80,2 entonces. Bell asegura que lo normal en una persona está entre 35 y 40, incluso 50 o 60 en deportistas de alto nivel, aunque existen casos en los que se superan los 90.

Para Froome, estos datos sólo arrojan pruebas para desmontar las acusaciones recibidas en los últimos tiempos por su posible dopaje: "Estoy contento de poder responder a las preguntas con respuestas, lo que no me gusta es cuando no son preguntas sino simples acusaciones".

En cuanto a la potencia sobre la bicicleta, esa que llevó a ser acusado "de mutante", su potencia media fue de 419 vatios por los 420 de 2007, mientras que la máxima fue 525 por los 540 de entonces. Para Antoine Vayer, extécnicodel Festina y uno de los que más sospechas han levantado sobre el rendimiento del británico, esos datos se encuentran en zona sospechosa y algunas actuaciones se podrían explicar por la existencia de un motor eléctrico en su bicicleta.