Bahamontes, homenajeado con un castillo y un nido de águilas
El ganador del Tour de 1959 y organizador de la Vuelta a Toledo recibió un homenaje por parte de los habitantes del pueblo de Guadamur.
Llegamos a la línea de meta. La carrera va rapidísima, se rueda con bastante adelanto sobre el horario previsto. Al vernos con la cámara de fotos y la libreta, Sagrario Gutiérrez, alcaldesa de Guadamur, se acerca a nosotros y nos da un aviso. “Cuando termine el podio, no os marchéis, que le tenemos preparada una sorpresa a Fede”. Guadamur ha sido sede habitual de numerosas llegadas en la ronda toledana y por eso quiso homenajear a Bahamontes.
Termina la etapa, los corredores van llegando a meta a cuentagotas. Llega un grupo de siete en cabeza, luego un grupo de veinte. Por detrás, algunos corredores que no han podido seguir el ritmo. Y veinte minutos después llega el grupo más numeroso a la línea de meta. Llega la ceremonia del podio y se reparten los numerosos maillots de premios. Cuando aparece Flavien Maurelet vestido de amarillo, parece que la entrega de premios ha concluido. Pero no, no es así. Faltaba premiar a alguien más, a Federico Martín Bahamontes.
Primero la alcaldesa le obsequia con una escultura realizada en metal en la que aparecía un castillo y un águila. El castillo es el monumento más conocido de este municipio toledano. Y el águila simboliza el compromiso del pueblo con la conservación del águila imperial ibérica, especie en peligro de extinción. Por si fuera poca la vinculación de Guadamur con el mundo de las águilas, en su castillo se rodaron algunas escenas de la serie de televisión “Águila Roja”. Con estas referencias, no era para menos que Bahamontes, “El Águila de Toledo”, recibiese un homenaje en este particular “nido de águilas” toledano.
Las sorpresas no se quedan ahí. Aprovechando el calor del verano, le entregan a Bahamontes un helado para recordar una de las anécdotas más conocidas de su carrera profesional. En la edición de la ronda francesa de 1954, año se su debut en la prueba, el ciclista toledano se tomó un helado en la cima de la Romeyere tras sacar mucha distancia a sus perseguidores en la subida. No tiene bolas de vainilla, pero igualmente, Bahamontes prueba el helado ante los aplausos del público para revivir una de las historias más curiosas del primer ganador español del Tour de Francia.