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Vuelta a España 2012 | 18ª ETAPA

Para variar, sprint

Bennati se impuso en Valladolid en una cerrada pelea con Swift

<b>RESPALDO. </b>Varios aficionados, plácidamente sentados en la cuneta, saludan el paso del pelotón, que en la jornada de ayer se adentró por Tierra de Campos.
reportaje gráfico: dani sánchez

No ocurrió nada extraordinario y resultó un alivio. Igual que existe el Síndrome de Stendhal, también llamado de Florencia (vértigos ante la concentración de objetos bellos), en esta carrera hemos estado cerca de padecer el Síndrome de la Vuelta o Enfermedad de Guillén (mareos ante la proliferación de emociones y llegadas en alto). Por suerte, no hubo necesidad de recurrir a las sales. Se llegó al sprint y venció Daniele Bennati, un clásico de las volatas selectas y un italiano prototípico, con el aire de los chicos Martini.

Bennati, cuya victoria sobre Swift necesitó de la foto-finish, logró su primer triunfo de la temporada y el primero con el maillot de RadioShack. A los 31 años los éxitos se le dispersan, pero continúa su romance con la Vuelta a España. Antes de Valladolid, Benatti había ganado en Vitoria, Puertollano, Vigo, Talavera o Madrid, además de sumar siete segundos puestos. Ni siquiera Lecquio conoce tan íntimamente nuestra patria.

El joven Degenkolb, el hombre de los cuatro triunfos, no pasó del quinto lugar, mal colocado en los últimos metros y exhausto después de tantas montañas. El primer español en cruzar la meta fue Rubén Pérez (Euskaltel), en el puesto 15º. Aunque Freire insiste en lo contrario, nuestro reino no es de este mundo.

Amarillo.

La jornada cambió de paisaje y pasamos del verde reventón al amarillo pajizo. Lo que no se alteró fue la expectación popular. Tanta es la intensidad de la carrera, que la gente espera ataques hasta en el control de firmas. No los hubo en Aguilar de Campoo, pero sí homenaje al mito local, Alberto Fernández, dos podios en Vuelta (2º en 1984 y 3º en 1983) y uno en el Giro (3º en 1983). Imaginen cuál hubiera podido ser su palmarés de no haber muerto en accidente de coche a los 29 años. Caritoux también se lo pregunta.

En el primer kilómetro terminó la nostalgia. Se fugaron el marbellí Maté, el holandés Keizer y el letón Skumulis. Al poco se reunieron con ellos el villagarcián Veloso (gentilicio de Villagarcía de Arosa, no teman) y el ciclista estadounidense Bookwalter (no confundir con Moonwalker).

Jamás vivieron en paz. Primero los persiguió el Caja Rural, castigado por no haber entrado en la fuga, y después la mayoría de equipos con velocistas, especialmente Argos y RadioShack. Los rebeldes, controlados en todo momento, fueron atrapados a punto de entrar en Valladolid. A diferencia de otros finales fraternales, los sublevados reingresaron al banco de peces con ataques constantes y el cuchillo entre los dientes.

En esas maniobras rutinarias, Quintana se fue el suelo y Gerdemann acabó en la ambulancia. Perfecta demostración de que no hay tregua es que Gesink arañó cuatro segundos en el último sprint intermedio. Su objetivo, el quinto puesto de la general de Dani Moreno. Transición, lo llaman.