A Alberto Contador le fallaron las cuentas cuando dijo que tenía por delante a "tres chicos del Saxo" tras atacar en La Hoz: eran sólo Hernández y Paulinho. El otro, Paolo Tiralongo, iba camuflado con el maillot del Astaná. Ambos coincidieron en el equipo kazajo en 2010 y, desde entonces, conservan una estrecha amistad. Muy reforzada en el Giro de 2011, cuando el madrileño, en la ascensión a Macugnaga, aceleró en el último kilómetro al ver que Purito ponía en peligro el primer triunfo como profesional del italiano.Contador, entonces maglia rosa, se explicó así: "Decidí probarlo porque me noté con buenas piernas. Joaquín quedaba lejos de Tiralongo. No tengo ningún problema con él, ni tampoco he regalado nada a Paolo. Se lo merecía por su valentía, aunque también nos une una relación increíble. Muchas de las victorias que logré en 2010 se las debo a su trabajo".Purito, con un enfado considerable, no pensaba lo mismo en la meta: "Yo también coincidí con Alberto y he sido su compañero (en la ONCE), pero no se nota". Tiralongo no se ruborizó al reconocer el obsequio: "Contador valora mi dedicación. Tras alcanzarme, me dijo que me fuera con él y no se marchó solo. Agradezco el detalle". Ayer, fue Contador el que agradeció la ayuda de Tiralongo (le dejó bonificar seis segundos y le relevó desinteresadamente), que se volvió a cruzar en el camino de Purito.
