Una ofensiva que recordó a Hinault y Perico Delgado

Hay que retroceder casi treinta años en la historia de la Vuelta para encontrar un ataque tan arriesgado como el de Contador que terminara por cambiar el vencedor de la carrera. Lo protagonizaron el francés Bernard Hinault en 1983 y Perico Delgado en 1985.

Más reciente fue la jugada de Roberto Heras, en 2005, a 54 km de la meta en Pajares, para desbancar a Denis Menchov. Pero el posterior positivo por EPO del bejarano devolvió el maillot oro al ruso.

El más sorprendente fue el de Delgado, quien tras haber ganado en Lagos y colocarse líder, se hundió al día siguiente y marchaba sexto en la general a 6:13 a dos días de acabar la Vuelta.

En esa penúltima etapa se salía de Alcalá de Henares y se acababa en las Destilerías DYC tras 200 km. Tras subir la Morcuera, se ascendía Cotos, que empalmaba con Navacerrada. Allí atacó Perico, a 75 km de meta. Su intención era desgastar al escocés Robert Millar, líder, en favor de su compañero Ruiz Cabestany, que iba tercero a 1-15; más cerca, a diez segundos, estaba el colombiano Pacho Rodríguez.

Perico alcanzó a Pepe Recio, que iba fugado, y entre ambos comenzaron a abrir hueco. Millar ocupado de vigilar a Pacho y Cabestany, tampoco recibió referencias de la gran ventaja que estaba acumulando Delgado, que tras ascender Los Leones llegó a la meta segoviana, precedido por Recio, con 6:49 sobre Millar y ganaba la carrera por 36 segundos sobre el escocés.

El tejón.

El de Hinault, como el de Contador, si fue un ataque con toda la intención. A tres días del final iba tercero, a 1-04 de Julián Gorospe y a 44" de Álvaro Pino. Ayudado por Fignon, el Tejón lanzó una tremenda ofensiva en la ascensión a Serranillos, a 70 km de la meta en Ávila. Solamente le pudo seguir Marino Lejarreta y también Vicente Belda, que iba por delante con otros escapados. Ambos fueron a rueda de Hinault, que les ganó en el sprint. Gorospe terminó a 20:40 y Pino, a 5:53.