Hasta la Bola

Ciclismo | Vuelta a España | 16ª etapa

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dani sánchez

Nuevo pellizco de Purito a Contador y victoria de Cataldo

Si hubiera puertos hasta Júpiter, las bonificaciones las ganaría Purito. No es cuestión ni de desnivel ni de longitud. Ya no. El líder tiene las mismas fuerzas que Contador y le supera en el rush final. De ahí la Marmota. De ahí este Big Bang diario que se solventa con diferencias mínimas, dos segundos ayer (seis con el bonus), siempre en favor del maillot rojo. Cada tarde una guerra fabulosa para avanzar un centímetro. Mejor dicho: para perder seis.

Cumplida la etapa reina y tras dos semanas de carrera, podemos afirmar que la Vuelta será de Purito salvo que desfallezca en la Bola del Mundo, lo que no es probable, pero tampoco se puede descartar. Tanto castigo habrá que pagarlo algún día, tal vez el penúltimo. Tanto esfuerzo, tensión y porcentaje acabarán por fundir hasta a los cuerpos mejor dotados. Los otros ya han caído. Froome perdió 2:31 en el Cuitu Negru, tan retorcido y tan gusano en las últimas rampas que le faltó muy poco para convertirse en mariposa.

El podio está decidido, por tanto. Valverde entregó tan sólo 19 segundos con respecto al líder y se consolida tercero en la general, a 2:04. Su rendimiento está siendo sencillamente espléndido y le confirma como un escalador de primer nivel, en contra de lo que algunos creen (él mismo, a veces).

Quienes le preceden mantienen un pulso extraordinario que incorpora más variables que la fuerza bruta. Si Contador ataca a las piernas del líder, Purito dispara contra la moral de su perseguidor. Lo de ayer es un buen ejemplo: el maillot rojo subió La Cobertoria en las últimas posiciones, según dijo después para protegerse del viento. Contador pareció tan desconcertado que, en lugar de forzar un corte, se descolgó para comprobar si su enemigo sufría o silbaba. Silbaba.

Debe ser descorazonador competir contra un adversario que sonríe tanto, capaz de hacerlo incluso después de cruzar la meta de una etapa sádica en sus kilómetros finales. Ni en ese terreno Contador logró sacarle un metro. Purito respondía antes de que Alberto formulara la pregunta, sin crisparse, feliz por el tintineo de la bonificación. No hay mayor crueldad que la de los simpáticos permanentes.

Reptar.

Mientras la general libraba su enésima batalla (sin muertos), por delante, el italiano Dario Cataldo reptaba hacia la meta. Su pugna con el belga De Gendt, compañero de fuga, se convirtió en una carrera de caracoles trepando por un cristal. Me cuesta decir si el espectáculo fue hermoso o angustioso, pero Cataldo bien hubiera podido repetir el grito de Octave Lapize contra los organizadores del Tour, tras la primera ascensión a los Pirineos en 1910: "¡Asesinos!".

El líder de la montaña, el australiano Clarke, perdió más de 26 minutos. El eritreo Teklehaimanot, a 36', vomitó una sustancia viscosa que parecía el alma, y podría serlo.