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Ciclismo | Vuelta a España | 14ª etapa

Raza de campeón

Purito resiste a Contador, gana en Ancares y vuelve a sacar tiempo

<b>INMENSO. </b>Purito Rodríguez dio una nueva muestra de su calidad en la ascensión a Ancares donde venció y arañó más segundos en su camino hacia la victoria final.
dani sánchez

Nadie hubiera podido imaginarlo... salvo Purito. Superada la primera gran etapa de montaña, el líder no sólo no pierde tiempo, sino que se lo gana a sus rivales. Victoria de etapa, cinco segundos sobre Contador, 13 sobre Valverde y 38 sobre Froome. Añadan a esto una bonificación de doce segundos (ocho y cuatro para sus perseguidores) y una piel de cordero de segunda mano. Purito es el favorito y no volveremos a dudar de esa condición. Lo escribiríamos mil veces pero nos quedaríamos sin papel.

Probablemente el error haya sido nuestro: durante estos días hemos confundido la simpatía con la confianza. El buen carácter de Purito no viene dado por una inspiración humorística (o no sólo), sino por una inspiración deportiva. Digamos que sonríe porque le sonríe el mundo y porque le funcionan las piernas, el equipo y el horóscopo.

Destapado Purito como un gran ciclista capaz de todo, la estrategia de Alberto Contador debe cambiar. Ayer, tan confiado en sus fuerzas como en la debilidad del líder, Saxo Bank planteó una carrera impecable en la teoría y desastrosa en la práctica. Al anular la escapada de 16 protegió las bonificaciones de Purito y al controlar la carrera le evitó ataques incómodos. Su ritmo fue extenuante, pero a la vista está que no hizo mella en el jersey rojo.

Arreón.

Después, el arreón de Contador a cuatro kilómetros de la meta planteó una guerra de picotazos en la que casi siempre gana Purito. Demarró Alberto y le siguieron Valverde y el líder. Lo probó Valverde y continuaron cantando en trío. Hasta que Contador, con más orgullo que piernas, lanzó un hachazo de campeón del Tour.

Entonces sí que los perdió de vista. Ni Purito, ni Valverde, ni por supuesto, Froome, que se dejó 20 segundos en la primera sacudida. La carrera parecía en manos de Contador, pero fue otro espejismo. Purito emergió como aparece en el horizonte la bandera del Séptimo de Caballería o más cruel aún: como surge el correcaminos en los cuentos del coyote.

Contador lo sintió como un puñal, ni pizca de gracia. De pronto, y por primera vez en su vida, pasó de pistolero a pianista del saloon. Ni ventaja ni etapa. Otra vez segundo, y van tres.

Por detrás tampoco faltaban las emociones. Cuando dábamos por muerto a Froome, el keniano salió de la tumba como los zombis de Michael Jackson, con ese pedalear de ciclista cojo. En su enajenación (transitoria) no sólo dio alcance al grupo de Valverde, sino que lo rebasó, para después caer exhausto y ceder más de medio minuto.

Fue hermoso, aunque concentrado en muy pocos kilómetros. Esa debe ser la enseñanza para la Liga anti tabaco. Quien desee poner en problemas a Purito tendrá que citarle de lejos y arriesgarse a perderlo todo. Una carrera de fondo, salvaje, de Tour. Si hay valientes, hoy hay montañas.