La Vuelta advierte a los auxiliares por el embudo de Ézaro

El Mirador de Ézaro se convirtió en un embudo para acoger en la cima a auxiliares, miembros de la organización y medios de comunicación. La Policía creó un cordón de seguridad para contener a los integrantes de los equipos, que esperaban a sus corredores con bebidas y ropa de abrigo, pero finalmente se rompió y se originó el caos.

Un masajista del Garmin intentó superar la barrera para entregar un refresco a uno de los suyos. Tras varios empujones entre auxiliar y autoridad, Andrew Talansky, octavo en la general, que estaba al lado, soltó un manotazo al policía que no fue respondido. El ciclista estadounidense también golpeó al Valentín Dorronsoro, masajista del Saxo-Tinkoff.

Cuando la Policía se desbordó, la cumbre se vio repleta de gente, sin apenas espacio para que entraran los ciclistas que faltaban. También tuvieron problemas ciclistas del Saxo y el RadioShack. A Contador se le vio agobiado para salir del barullo. Purito tuvo un problema con una persona de la organización, que casi le tira para meterle a la ceremonia del podio. Los comisarios tomaron nota de lo sucedido.

Unipublic emitió un comunicado en el que recordó que los auxiliares "no pueden rebasar la divisoria que se les marque, siempre por detrás de los fotógrafos para facilitar su trabajo y para evitar que los corredores bloqueen la línea de meta, ya que obstaculizan la foto-finish y los trasponders". Justo lo que ocurrió en el Mirador de Ézaro, donde los ciclistas y masajistas se agolparon en la misma raya de la llegada, sin dejar pasar a los grupos que no habían subido aún.