Ciclismo | Vuelta a España
El gran germano
El alemán Degenkolb sumó en Sanxenxo su cuarto triunfo parcial.
En una edición más llana de la Vuelta, John Degenkolb hubiera podido montar una floristería. El ciclista alemán (23 primaveras) sumó ayer su cuarto triunfo en la carrera, la primera que disputa de tres semanas. Si sumamos a sus victorias sus días como líder de la regularidad, el joven Degenkolb acumula diez ramos de flores (ayer rosas rojas), 28 besos de las azafatas (que se sepa), cuatro pilas recicladas y otros tantos souvenirs de diferente gusto. No es extraño que no deje de sonreír. Más que correr la Vuelta, parece de Erasmus.
No hay duda de que Degenkolb ya era muy bueno cuando llegó a Pamplona, ciudad de salida. Sin embargo, se marchará mucho mejor. La impresión es que ha progresado después de cada triunfo, hasta el punto de que ya no hay quien le tosa. Igual le dan las llegadas llanas, las que pican hacia arriba, las abiertas o las cerradas. Johnny quiere besos. Se siente tan implicado en la carrera y tan cómodo en el podio (lógico), que ayer disputó el único punto que repartían las metas volantes (había dos escapados) con un entusiasmo conmovedor. Dan ganas de nombrarlo hijo predilecto, de España o de Unipublic.
Es posible que sus rivales en las volatas le tengan en menor consideración. El francés Bouhanni, campeón de Francia con 22 años, fue incapaz de remontar a Degenkolb y Bennati ya es reincidente: ha sido segundo, tercero y quinto, siempre tras el gran germano.
Aunque la jornada terminó al sprint, no estuvo exenta de emociones. El equipo Sky quiso forzar el abanico en el segundo paso del pelotón por ese brazo de asfalto que forma la carretera a la altura de la playa de La Lanzada (la más abierta y peligrosa de los alrededores). No lo logró, o al menos en la medida deseada. Sólo se descolgaron los muy maduros, Cobo y Van den Broeck, entre ellos.
Mucho antes de que la tensión sacudiera al gran grupo, se escaparon Palomares y Aramendia (cuarta fuga para él en lo que va de Vuelta), Andalucía y Caja Rural, tanto monta. A falta de otros premios, tuvieron la fortuna de disfrutar en pareja del paisaje (harto romántico) y del calor de los aficionados, especialmente fervoroso en Sanxenxo, donde no se distinguió a Rajoy (allí tiene casa). Finalmente fueron atrapados a 33 kilómetros de la conclusión, en el primer paso por meta.
Galicia. Consignados los hechos, la gran sorpresa de la jornada fue Galicia (sección Rías Bajas), descubierta por muchos de los habitantes de la caravana y no pocos espectadores. Bastarán las dos próximas etapas con sus correspondientes cenas para que se exija a la organización la obligatoriedad de la visita. El próximo año, a la misma hora.
Y hoy, la contrarreloj. La intriga es enorme, más que por los favoritos, por las diferencias. Ellas determinarán el género de las próximas etapas: dramático o bélico. De culto, en cualquier caso.