Ayer ganó Logroño

Ciclismo | Vuelta a España | 5ª etapa

Ayer ganó Logroño

Ayer ganó Logroño

reuters

Degenkolb se llevó otro sprint y Chacón fue el héroe de la jornada

No se peleó nadie, ni hubo abanicos, ni se cayó el líder. La jornada fue tan plácida que hasta levantó los brazos quien debía hacerlo, John Degenkolb, el mismo sprin­ter alemán que venció en Viana, el genio que viene.

Las ocho vueltas al circuito de Logroño no hubieran tenido mayor interés de no ser por la escapada de Javier Chacón, casi 140 kilómetros en solitario. El ciclista almeriense se merendó todo el viento de La Rioja con el único propósito de lucir el maillot del Andalucía y, de paso, buscar copatrocinador. Sin esperanza de victoria y con plena conciencia de la paliza que le esperaba. Al final, tuvo su premio. Subió al podio como corredor más combativo y tras ocho vueltas está en condiciones de identificar a los 150.000 habitantes de Logroño; todos salieron a la calle.

La aventura nació con el heroico automatismo con que se mueven los equipos modestos. El director del Andalucía sugirió a sus muchachos que se lo tomaran con tranquilidad y Chacón entendió el mensaje: se escapó en el primer kilómetro. Nadie le secundó la ocurrencia, naturalmente: circuito, calor, moscas en forma de velocistas. De hecho, el rebelde fue ignorado por el pelotón hasta que alcanzó los doce minutos de ventaja. Entonces el grupo se desperezó como un león con mondadientes.

No hubo dramatismo en la caza, sólo admiración por la gacela y tiempo para investigar su pasado en la sabana. Según sus biógrafos, Chacón empezó a montar en bicicleta para levantar la falda de las niñas y huir al galope. Ayer, sin embargo, se comportó con una corrección versallesca. Incluso con las azafatas. La edad nos resta curiosidad y galope. Su destino, por lo demás, estaba escrito. Ganador de etapas en Venezuela y Azerbayán, Logroño resulta poco exótico para su palmarés de explorador.

Gladiadores.

Engullido el jornalero, la ceremonia del sprint fue tan violenta como suele. Ojalá algún día se cumpla el sueño de la organización y sea posible instalar micrófonos en las bicicletas que capten para la televisión rugidos, jadeos y embestidas. El mayor problema será el horario infantil. Entretanto, disfrutaremos de esos gladiadores mudos, tan salvajes como corredores de Bolsa.

Entre esa jauría de ciclistas en celo, el último lanzador goza de una estatus especial. Hablamos de tipos que dan asistencias con los riñones y en la Vuelta nadie las da tan aparatosas como el holandés De Kort, que ayer igual pudo despegar que tener trillizos. Su trabajo fue esencial para que su compañero Degenkolb remontara en los últimos metros la ventaja de Bennati, viejo zorro (quizá demasiado viejo).

Y hoy, por si están tentados de quejarse, más montaña. Vista la competencia entre los favoritos (y las cuentas pendientes), poco importa que el último puerto sea de tercera categoría. Habrá movimiento y quién sabe si cambio de líder. También habrá Andalucía, al menos en el maillot de un puñado de héroes. Para que luego digan que la Vuelta no pasa por allí.