Ciclismo | Vuelta a España | 2ª etapa
Hoy, primer obstáculo
Degenkolb ganó al sprint en vísperas de la subida a Arrate
La Vuelta a España continúa con su labor de promoción de jóvenes estrellas. Si el primer día le tocó a Jonathan Castroviejo, todavía líder, ayer fue el turno John Degenkolb, alemán de 23 años y velocista del Argos Shimano, equipo que toma su primer apellido de una compañía petrolífera holandesa del Mar del Norte y el segundo de un fabricante japonés de componentes para la bicicleta, enconado rival del clásico italiano Campagnolo. Aldea global, lo llaman.
La victoria de Degenkolb es la primera de las muchas que conseguirá en grandes vueltas durante su carrera deportiva y el apellido que todavía se nos resiste se nos hará tan familiar como el de Abdujaparov.
Algo parecido nos sucederá con el eritreo Daniel Teklehaimanot, del Orica Greenedge, primer ciclista negro en la Vuelta. El africano, ganador del Tour de Ruanda en 2011 y olímpico con su país en los recientes Juegos, se dejó ver en los últimos kilómetros, tirando en beneficio de su compañero Allan Davis, segundo en meta por apenas un tubular.
Teklehaimanot, por si alguien se lo pregunta, no es el primer corredor negro en la élite del ciclismo mundial. Entre 1948 y 1955, el argelino Abdel Kader Zaaf fue un digno ciclista y ganó fama eterna por una pájara que la leyenda tiñó de borrachera y que le impidió ganar una etapa del Tour de 1950. Lo cierto, según parece, no es que un espectador le diera un bidón con vino, sino que, una vez caído, intentaron reanimarle con zumo de uva. El problema para Zaaf es que un fotógrafo inmortalizó su desfallecimiento y la imaginación popular hizo el resto.
Como pueden advertir, la etapa de ayer no dio para mucho. Se registró, eso sí, el tipo de escapada que nos amenizará cada jornada hasta los últimos kilómetros. En esta ocasión, se fugaron un Andalucía y un Caja Rural, Aramendia y Chacón (otras veces serán un Caja Rural y un Andalucía), y lo hicieron en compañía del ruso Ignatiev (Mijail Borisovitch), ciclista del Katusha. El pelotón, malvado, les dejó lucir patrocinador pero no esperanzas.
Fueron cazados en cuanto el grupo olfateó el perfume de las azafatas y tanto Aramendia como Ignatiev, últimos supervivientes, se despidieron con ese apretón de manos que es costumbre entre los fugados bien avenidos. Saludos a su señora, ya nos veremos.
Como no todo han de ser loas al organizador, habrá que decir que ayer le falló la tormenta que descargó a unos pocos kilómetros de la carrera. De haber rugido sobre los ciclistas y de haber fundido los pinganillos se nos habría iluminado una etapa que resultó tan gris como el cielo.
Emoción.
Hoy habrá oportunidad de resarcirse. Al tercer día de competición, nos encontramos con el primer final en alto, Arrate, un clásico de las pruebas en el País Vasco. Será el turno de los favoritos y servirá para comprobar la forma y el interés de cada cual.
En definitiva, se recomienda que elijan pareja, porque esta tarde empieza el baile.