Bradley Marc Wiggins nació el 28 de abril de 1980 en Gante (Bélgica). Su padre, Gary, un pistard australiano abonado a los excesos, competía en los Seis Días de la ciudad belga cuando su madre, Linda, se puso de parto. Establecida la familia en Bélgica, la afición de Gary por el alcohol provocó que Linda se llevara al pequeño Brad a Inglaterra en 1982. Su progenitor murió en Australia, en 2008, víctima de dos palizas en una misma noche. Recortaba y guardaba todas las hazañas de su hijo.
En Londres, Wiggins vivió en Dibdin House, un sólido edificio de ladrillo de 208 apartamentos. Linda y Bradley residían en el número 26, una casita de dos habitaciones. Sus abuelos, George y Maureen, eran sus vecinos del 207. Comenzó pronto con el ciclismo en Hyde Park: "El oro de Boardman en Barcelona 1992 me inspiró". Se especializó en la pista, como su padre. A los 17 años se proclamó campeón del mundo júnior. En 2000 conquistó sus primeras medallas con los mayores: plata mundial en persecución por equipos y bronce en los Juegos de Sydney, en la misma disciplina. Un camino culminado con tres oros olímpicos: uno en Atenas 2004 y dos en Pekín 2008.
"Ahora, este deporte es mi obsesión". La frase resume el cambio que le transformó en ganador de la Grande Boucle. Bajó once kilos para el Tour de 2009, que acabó cuarto, tras lograrlo todo en la pista: "Me consideraba tan bueno, que después de Atenas fui adicto a la bebida y no me centré en mi trabajo. Por suerte, lo dejé atrás gracias al apoyo de mi mujer, Catherine. Desde entonces, he sacrificado muchos momentos con mis hijos por este sueño. Me veían poco, competía o me concentraba en el Teide. O les parecía ET en la cámara de hipoxia".
Mod de pura cepa, luce en cascos y bicis los círculos concéntricos de la RAF, la fuerza aérea de Gran Bretaña, símbolo de este movimiento. Devoto de Oasis, The Who y Joy Division, su amigo Noel Gallagher le regaló dedicada una guitarra Gibson Supernova. En su garaje tampoco faltan las típicas scooters Vespa y Lambretta.
Sky pagó tres millones de euros para que rompiera su contrato con Garmin y liderara su proyecto desde 2010. "Queríamos a un británico en lo más alto del podio de los Campos Elíseos. Hemos cumplido el objetivo", resume Dave Brailsford, alma máter del equipo. Con las contrarreloj de Londres y el Mundial aún por delante, ha completado una de las mejores temporadas de la historia ciclista, con París-Niza, Romandía, Dauphiné y Tour en el zurrón.
