En la habitación 107, sección L-9 del Hospital Central de Nancy, descansa el paciente Gómez Freire, natural de Coldrerio, España, según su erróneo parte de entrada. Óscar Freire Gómez, cántabro de Torrelavega, no de Suiza, donde estableció su residencia, nos recibe con una costilla rota y el pulmón derecho perforado mientras lee El Jueves: "Son los únicos que cuentan lo que pasa en nuestro país, y encima te ríes con lo que dicen". Deberá permanecer ingresado cuatro días, y se le nota fastidiado. Su hermano y su mujer le acompañan desde ayer por la tarde.

"Me quedo sin Juegos", asume: "La costilla puede curarse en una semana, pero para el pulmón se requiere un mes". Freire explica cómo le trataron los médicos: "Cuando me llevaron a cuidados intensivos, con los demás enfermos graves, vi que yo también tenía algo gordo. Me anestesiaron y me metieron un tubito para drenarme. Me dolió bastante. Debí abandonar cuando me pegué ese castañazo. Me dieron unas pastillas y llegué a meta, aunque casi no podía respirar. Los ciclistas somos los deportistas más tontos, parece que necesitamos sufrir siempre".

El tricampeón mundial habla claro sobre la escabechina del viernes: "Nosotros, los corredores, tenemos la culpa. La gente va ciega con las instrucciones de los directores por el pinganillo. Sin radios no habría tantos percances (lo mismo que dijo otro veterano, Thomas Voeckler). Aparte, los jóvenes no respetan nada. En tres años, este deporte estará mucho peor que ahora". Centrado ya en recuperarse cuanto antes, fija el Mundial de Valkenburg como su último gran objetivo.