El próximo julio tendremos la 99ª versión de una película que nunca cansa, porque son los protagonistas los que improvisan el argumento. Además, cada año hay cambio de actores o de reparto en los papeles. Quizá es lo que han buscado los organizadores del Tour al diseñar el escenario. Vista la superioridad de Contador y Andy Schleck en las montañas, han optado por olvidarse de las llegadas en cimas imponentes (Galibier o Alpe d'Huez) y meter más kilómetros contrarreloj. El principal favorecido es Evans. Y, por supuesto, supone un reto más difícil para Contador.

Pero no se rinden de antemano ni Contador ni Andy Schleck. "Todos dicen que este Tour no es para mí, pero yo no estoy de acuerdo. Hay mucha montaña desconocida, pero bastante montaña", dice el luxemburgués. Ambos conocían antes de llegar aquí que el Tour iba a tener 96 km en tres contrarrelojs y se han animado al descubrir que había más montaña de la que parece. Etapas de grandes puertos hay sólo dos, una en los Alpes (11ª), con la Madeleine, Croix de Fer y meta en La Toussuire, en sólo 140 km; y otra en los Pirineos (16ª), con Aubisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde, que está a 16 km de la meta en Luchon. Pero luego hay otras dos llegadas en alto, La Planche des Belles (7ª), una subida explosiva de 5,9 km al 8,5%, y Peyragudes (17ª), que no es una subida difícil, pero tiene antes el Port de Bales y es una etapa corta (144 km).

Todas estas etapas son favorables a Contador y también a Andy Schleck, quien además puede sacar provecho de otros trayectos en los que un equipo como el suyo (la fusión del Leopard con RadioShack) puede preparar buenas emboscadas.

El Tour ha preferido montar muchas etapas trampas y ninguna que dé verdadero miedo. Pero, como dice Samuel Sánchez, "este Tour no se va a decidir hasta la contrarreloj final". Esos 52 km totalmente llanos sí dan mucho miedo.