Ciclismo | Mundial
Freire se precipitó y el oro se lo llevó Cavendish
Fue el sprint más numeroso de un Mundial con 82 corredores.
A Freire sólo le ha faltado llorar", dijo José Luis de Santos, seleccionador nacional, en la meta del Mundial de Copenhague. El trabajo del equipo español fue casi perfecto. Pero se cayó Reynés (se salió en una curva para evitar una montonera y se dio contra una farola) y Rojas quedó descolocado a 2 km del final. Eran los dos hombres señalados para colocar a Freire en el sprint, pero Flecha cargó a Óscar a su rueda y le subió a cabeza de pelotón para dejarle en el quinto puesto en la última recta de 900 metros.
Parecía una posición idónea, pero al iniciarse el repecho fueron cayendo corredores. El último, el australiano Hayman, se apartó y dejó a Freire en cabeza a 350 metros de meta. Freire dudó, era una distancia muy larga para mantener un sprint. Buscó otra rueda en la que apoyarse, pero por la derecha pasaron como un bólido una decena de corredores. Cuando quiso arrancar ya era tarde. Al final sólo pudo ser noveno. Freire estaba desolado. Aseguraba que tenía fuerzas y piernas para ganar y que perdió una ocasión perfecta por un error propio: se equivocó al querer estar tan delante en el sprint.
Y ganó Cavendish, en el sprint más numeroso que se ha dado en la historia de un Mundial: 82 corredores; 107 si contamos los que se dejaron caer sin querer entrar en la lucha final. También fue el segundo Mundial más rápido: 45,821 km/h, sólo superado por el de 2002 en Zolder (Bélgica), 46,538 km/h.
La verdad es que Gran Bretaña fue la que más mérito hizo para ganar. En la primera de las 17 vueltas al circuito ya se formó la escapada de siete hombres, entre los que se metió Lastras. Y fue Gran Bretaña (Wiggins, Millar, Froome, Hunt) la que asumió en todo momento el trabajo para que todo acabara en un sprint.
Segundo británico. A falta de 7 km los británicos lograron neutralizar todos los intentos, pero el esfuerzo acabó por romper al equipo. Cavendish se vio solo en el sprint, pero tuvo la vista y la fuerza para encontrar su hueco. Es el segundo británico que gana el Mundial, tras Tom Simpson (1965, en San Sebastián), que también era la única medalla de este país en la prueba de fondo.