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Vuelta a España | 16ª etapa

Por el buen camino

Haedo ganó en Haro favorecido por el error de otros velocistas

<b>TRIUNFO INESPERADO. </b>El argentino Juan José Haedo celebra su triunfo en Haro, escoltado por Petacchi y por delante de Reynés.
dani sánchez

Resumen de un día tranquilo: el argentino Juan José Haedo ganó un sprint en solitario (ya se explicará), Purito se cayó en el kilómetro 13 (perdió once minutos y hoy es duda) y el líder sacó algunos segundos a sus perseguidores. También se anunció la retirada de Fabian Cancellara, que hoy no tomará la salida.

Vayamos por partes. La resolución de la etapa estuvo condicionada por una bifurcación que se encontraba bien indicada en el libro de ruta y mal señalada en la carretera. Los velocistas que encabezaban el sprint tomaron el desvío incorrecto y sirvieron en bandeja el triunfo de Haedo, que es un hombre leído, por lo menos en lo referido a libros de ruta.

Bennati y Sagan, candidatos al triunfo, fueron los más perjudicados, pero la confusión afectó a gran parte del pelotón. La prueba es que Juanjo Cobo, muy atento (fue 10º), aventajó en dos segundos a Froome y en cinco a Wiggins, incluidos en diferentes cortes. Una diferencia simbólica, pero que habrá escocido.

Sky, de hecho, tenía otros planes. Froome disputó el último sprint bonificado y, en principio, se le asignaron los dos segundos que corresponden al tercer clasificado. Sin embargo, una posterior reclamación del Geox hizo que los jueces reconocieran que había sido Monfort, y no el keniano, el merecedor del premio. Otra derrota menor, pero que habrá escocido igualmente.

Lo de Purito fue una calamidad de tantas. La única explicación con rigor científico es que faltaban 15 kilómetros para la meta. Y estas caídas seguirán doliendo hasta que inventen el asfalto flotante. Ayudado por varios compañeros de equipo, llegó a la meta, maltrecho, pero irreductible.

La etapa, de teórica transición, recuperó el paisaje de las jornadas sin dificultades aparentes. Rosendo, Cabello y Fouchard protagonizaron la fuga de turno y llegaron a disponer de más de ocho minutos de adelanto. Un espejismo con hawaianas y palmeras. Su aventura estaba condenada porque, aunque apenas quedan sprinters, todavía sobreviven los equipos de los sprinters y su inercia devoradora. A once de meta fueron engullidos por la multitud.

No había otros hechos reseñables, salvo el paso de la carrera por Cuzcurrita del Río Tirón (La Rioja), población que se disputará con Venta de Pantalones (Jaén) el galardón a la denominación más chic.

Antecedente.

Después llegó lo de Haedo y el desvío a ninguna parte, un accidente que se repite con cierta frecuencia en el mundo del ciclismo. Quizá el episodio más famoso se dio en el Tour de 1988, cuando un gendarme dirigió por el camino equivocado a Bouvatier, entregando la victoria a Ghirotto. El vencedor se sintió tan solidario con el drama de su colega que le quiso regalar el coche Peugeot que recibían los ganadores. No hizo falta. El Tour se rascó el bolsillo y entregó otro automóvil al pobre Bouvatier.

Pasada una hora (dos y tres) del triunfo de Haedo, la edición digital de Clarín (periódico de referencia en Argentina) seguía sin dar noticia de su éxito. Quedan lejos aquellos tiempos en los que Buenos Aires se movilizaba por la visita de Coppi.

Por cierto, la Vuelta se debería decidir hoy. Aunque ya no hay quien se fíe.