Bisonte Superstar

Seis etapas para el final de la Vuelta, 13 puertos por subir y un final en alto. A esa distancia se encuentra Juanjo Cobo de ganar la carrera. Desde que Mauri (gregario de Lejarreta) se proclamó vencedor en 1991 ningún campeón lo es contra todo pronóstico. En las últimas cuatro décadas, sólo Bracke, Kelly, Rominger y Vinokourov han logrado vencer cumplida la treintena. La irrupción de Cobo es más impactante aún si pensamos que sólo suma siete victorias en nueve temporadas como profesional.

En principio, lo tiene todo a favor. Su ventaja es exigua, pero la única etapa que terminará en cuesta se disputará mañana en Peña Cabarga, Cantabria, muy cerca de su Cabezón de la Sal natal. Territorio conocido, por tanto, plagado de paisanos enfebrecidos. Los otros peligros se presentarán en Euskadi, precisamente donde consiguió su triunfo más ilustre hasta la fecha, la Vuelta al País Vasco de 2007. Es como si el destino le hubiera desenrollado la alfombra roja y le invitara a pisarla.

También hay riesgos. El primero, las burbujas del liderato, el estrellato repentino. Cobo ha pasado en 48 horas de actor secundario a modelo para los fotógrafos. De simpático compañero a rival a batir. La consecuencia es que le atacarán todos y, probablemente, en todos los terrenos.

Equipo.

En su defensa contará con un equipo tan sorprendente como él. El Geox, al que la UCI no concedió licencia Pro Tour y corre la Vuelta invitado por la organización, lidera la clasificación correspondiente con 6:47 sobre el Leopard y ¡25:05! sobre el Euskaltel. Sastre, Menchov, Duarte, David Blanco o De la Fuente protegerán al líder en la montaña, pero hay dudas sobre el rendimiento del equipo a campo abierto.

Y por allí también se moverá el Sky de Froome y Wiggins. La Vuelta está en una tesitura que cualquier sprint bonificado (6, 4 y 2 segundos) resulta un aliciente tentador. Las bonificaciones, de hecho, son las que han terminado de aupar a Cobo hasta la primera posición, después de haber sumado 40 segundos extra entre La Covatilla, La Farrapona y El Angliru.

No descartemos, por tanto, escaramuzas en mitad de las etapas o en la aproximación a las llegadas. Y añadan al zafarrancho de combate el peso de la tercera semana, la frontera que distingue a los grandes campeones de los otros.

A falta de un vencedor en Madrid, Guillén y Olano ya se han ganado un beso. De las azafatas, no se equivoquen.