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Vuelta a España | Objetivo Indiscreto

Bahamontes o cómo congelar el tiempo

Se dejó ver en Talavera con su vieja Agfa de 1960

Bahamontes o cómo congelar el tiempo
dani sánchez

La fotografía no es vieja, es vanguardista. Fue tomada hace cuatro días, en la salida de Talavera. Al reportero lo habrán reconocido sin dificultad: Federico Martín Bahamontes. Su aspecto no sufre alteraciones desde años, décadas diría. Pasan los campeones, se suceden las Vueltas y Bahamontes (83 primaveras) permanece inmune al paso del tiempo, exactamente como su cámara de fotos.

El aparato que le acompaña es una Agfa Optima III, de fabricación alemana, una máquina revolucionaria el año de su lanzamiento: 1960. Fotómetro de selenio, cierre Prontor Lux y carrete de 35mm. Tecnología digital en tanto en cuanto el botón de disparo se pulsa con un dedo. El precio, 169 marcos de entonces. Un potosí.

El cálculo es sencillo. Bahamontes conserva la misma cámara desde hace 51 años. Sólo lleva más tiempo casado con Fermina (desde 1949). La primera reflexión tiene que ver con la fidelidad. La segunda con el estilo: Fede no es antiguo, es retro.

Es fácil suponer que su inseparable Agfa es de uno de los muchos regalos que recibió tras ganar el Tour del 59. Otros no llegaron nunca, como la finca que le prometió el alcalde.

Pero no le faltaron reconocimientos. Federico (en realidad su nombre es Alejandro) era un verdadero héroe popular en aquella España que se abría al mundo. Y también un fenómeno mediático, quizá el primero de nuestro deporte. Bahamontes, al que en sus comienzos llamaron Bahamonde (comprensible inclinación), era excesivo, provocador, extravagante, ocurrente y vanidoso. Un genio de la bicicleta y un filón para los medios.

La leyenda de El Águila de Toledo (así le apodó Jacques Goddet en sus crónicas de L'Équipe) se alimenta de historias unas veces desmentidas por Federico y otras ratificadas por Alejandro. El helado que se comió en la cima de La Romayere, en el Tour del 54, es la famosa. Pero hay muchas más.

Se trata de un personaje inmortal que se ha tomado el título al pie de la letra. Un fotógrafo que no congela el momento. Se congela él.