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Ciclismo | Vuelta a España. 9ª etapa

Caretas fuera

Mollema y Wiggins se destapan. Gran etapa y victoria de Martin

<b>VILLATORO. </b>El pelotón rueda todavía tranquilo al paso por el pueblo abulense de Villatoro. La guerra llegaría en las rampas de La Covatilla.
efe

Bauke Mollema, ese muchacho sin rostro que en cada etapa incluía su nombre entre los favoritos, ya tiene cara. La observamos en el podio, mientras se vestía con el maillot de líder. Facciones afiladas, orejas de soplillo y una nariz poderosa que ubicaremos entre las de Coppi y Kubler. Fisonomía de ciclista antiguo, clásico, de los diseñados para cortar el viento. Hoy debería perder el liderato, pero volveremos a encontrarnos con él, en próximas etapas, en próximos podios y en años futuros.

Es muy probable que lo que sucedió ayer no sólo tenga relevancia en la Vuelta, sino también en el ciclismo, en su escalafón mundial. Es fácil que hayamos descubierto una estrella. Y es hasta posible que hayan sido dos. Si el holandés Mollema (24 años) se enfundó ayer el jersey rojo, el irlandés Daniel Martin (25) ganó la etapa, la primera que se apunta en una gran vuelta. Su aspecto también es de otra época, resaltado por un modo de correr que le desencaja en cada pedalada. Algo así como Paula Radcliffe, pero en bicicleta.

Aunque no fue un gran día para las aspiraciones españolas, la última subida nos deparó una batalla extraordinaria. Por algún motivo existía la inclinación de subestimar a La Covatilla, como si no fuera un puerto con capacidad para marcar diferencias. Pero las hubo. Brajkovic, por ejemplo, perdió 1:27. Antón y Scarponi se dejaron 1:50. Sastre entregó 2:03. Todos ellos parecen descartados para el triunfo final, salvo movimiento heroico al que no deberían renunciar. Esto es la Vuelta y el norte será un mundo.

La Covatilla nos descubrió más cosas. En sus cuestas confirmamos, por fin, que Wiggins ha venido a ganar la carrera. Su exhibición en los últimos kilómetros, ayudado por su compañero Froome (gregario que no se descuelga), no tuvo otro objeto que ganar tiempo a los corredores en problemas, especialmente a Purito. Si ayer fue capaz de provocar semejante criba, asusta pensar lo que podrá lograr hoy en la contrarreloj, su terreno predilecto. En cualquier caso, es una gran noticia que un ciclista de su categoría se sume a la fiesta.

Nibali, que se dejó siete segundos en relación a Wiggins, sigue siendo el primer favorito para hacerse con el triunfo en Madrid. Ayer atacó con decisión y sólo crean dudas sus agotamientos finales, como si la ambición le funcionara mejor que las piernas. El Tiburón fue el primero de un grupo de corredores entre los que estaban Menchov (renacido) y Zubeldia (tapado), dos ciclistas que hoy deberían tener papel en la función. Van den Broeck, muy activo durante la ascensión, se presentó a 19 segundos. También se mantiene en la lucha.

Lo de Purito fue distinto: en crisis desde muy pronto, consiguió minimizar los daños y sólo perdió 50 segundos en meta, lo justo para ceder el liderato. No debería afligirse. Hoy correrá mucho más liberado sin la presión del maillot rojo. Además, sus cartas se juegan a partir del miércoles, camino de Galicia y Asturias. Ni siquiera tres minutos de desventaja le apartarían de la pelea. Pero no conviene perder más.

Emoción.

Cumplidas ocho etapas, la clasificación general es un primor. En un minuto caben trece corredores, de Mollema a Wiggins. Apetece ver quién sobrevivirá a la crono y quién saldrá de ella reforzado. Apetece la Vuelta. Mucho.