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Ciclismo | Vuelta a España. 7ª etapa

Ni un día de paz

Montonera en la última recta y triunfo del alemán Marcel Kittel

<b>CARA Y CRUZ. </b>En la margen derecha, Kittel (ganador) y Freire (tercero) pugnan por la victoria ajenos a la impresionante caída que se estaba produciendo por detrás.

El primer sprint masivo de la Vuelta a España fue escasamente masivo. Lo disputaron un puñado de ciclistas, aquellos que libraron la caída de la última recta, una montonera estrepitosa. Según parece, el accidente lo provocó un velocista inexperto, el polaco Michal Golas, aunque tampoco es cuestión de señalar. El chico terminó como si le hubiera atropellado una diligencia de seis caballos.

El parte de guerra es sustancioso: Tyler Farrar abandonó el lugar en ambulancia, Purito Rodríguez entró con una muñeca dañada, Vincenzo Nibali con el susto en el cuerpo y Michele Scarponi tan magullado como malhumorado. Esos locos sprinters, parecía rumiar. Y cito sólo a un escogido racimo de los muchos ciclistas heridos (Sylvain Chavanel, Vicente Reynés, Pablo Lastras...).

En principio, y salvo sorpresas, los aspirantes a la general deberían continuar sin problemas, aunque la procesión (de cardenales) irá por dentro. Purito, en su estilo, se encargó de quitar importancia a sus dolores y aseguró que, al menos, había tenido la fortuna de caer en blando, como si hubiera sido una suerte ser pequeño y llegar tarde al mitin. Entre tanto deportista prudente y cenizo, resulta reconfortante encontrar a uno optimista y alegre.

Vencedor.

En medio de ese tumulto de músculos y metales, el neoprofesional alemán Marcel Kittel ganó la etapa. Aunque le ayudó el destino, su mérito no es desdeñable: superó al diamante Peter Sagan y al indescifrable Óscar Freire. El tricampeón del mundo insiste en que sigue resfriado tras ser atacado por un aire acondicionado (para pingüinos), pero resulta imposible no confiar en él. Le pasa como a las guapas, que hasta recién levantadas lucen.

Kittel, por cierto, no es un recién llegado. Suma 13 triunfos en la temporada y cuando sea una estrellona recordará que la primera muesca la hizo en España y señalará el jarrón talaverano. El patrocinador del equipo, el Skil (maquinaria para el bricolaje profesional), nos trae a la memoria el viejo maillot de Sean Kelly, otro campeón que tocó el cielo en la Vuelta.

Antes del estropicio, la jornada nos había dejado un plácido viaje por las llanuras patrias que no anticipaba lo que estaba por suceder: escapada de cuatro soñadores, caídas menores, amago de abanicos y considerable retraso con respecto al horario previsto. Es decir, el guión que se repite cuando no pasa nada... y cuando todo está aún por ocurrir.

Hoy, batalla.

Pese a tan buenos presagios, la carrera no concede una tregua y ya no volveremos a reclamarla más. No están los dioses del ciclismo por la labor y cuando no nos mandan un rayo nos disparan un polaco. Y hoy se llegará a San Lorenzo de El Escorial, donde el malvado dúo Olano-Guillén han preparado un final de los que gustan y distraen.

Así están las cosas. Mientras otros hacen recuento de las heridas, Cohiba Rodríguez ya se ha autodesignado candidato para ganar la etapa. Ignoro si ser valiente y optimista reduce las posibilidades de triunfo. Lo que es seguro es que hace más agradable la espera y más ligero el moratón.