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Ciclismo | Vuelta a España. 4ª etapa

Antón pierde crédito

Cedió 1:27 en Sierra Nevada, donde se impuso Dani Moreno

<b>PROBLEMAS. </b>Gorka Verdugo y Amets Txurruka tratan de ayudar a Igor Antón en la ascensión de Sierra Nevada. El favorito nacional perdió casi minuto y medio.
dani sánchez

Cuatro líderes en cuatro jornadas. El primer favorito español, descolgado. El campeón italiano, ejerciendo. Los otros aspirantes extranjeros, en armas. Cavendish, fuera de combate. Así transcurre la Vuelta en la hora en que el Tour estaría todavía calentando motores y mostrando castillos. El único riesgo es saturarnos de emociones, deprimirnos el día que gane un sprinter y repita el líder. No se inquieten, hoy tampoco ocurrirá.

Más que lamentar su diferencia (agosto sofocante y extranjeros en segundas nupcias), la Vuelta debería presumir de su distinción. No hay carrera más variada e incierta. Ayer lo volvimos a comprobar. Hemos pasado de plantear un duelo Nibali-Antón a incluir como aspirantes a Wiggins, Van den Broeck y Brajkovic. Sin olvidar a Purito o Scarponi. Ni siquiera a Antón. Y es fácil que algún nombre que todavía no manejamos se incluya entre los candidatos al podio. Quizá Mollema, Nieve, Zubeldia... Tal vez Dani Moreno, por qué no.

Este último fue el vencedor en Sierra Nevada, al batir en los últimos metros al danés Chris Sorensen, compañero de Contador y nunca tan activo durante el Tour, lástima. Dani Moreno se lo merendó en la llegada por la fuerza de los antecedentes: uno se sabía más rápido y el otro más lento. Y les diré que eso contó tanto como las energías de cada cual.

Tras ellos, a 11 segundos, se presentó el grupo de generales con un curiosa particularidad: ningún favorito disputó los ocho segundos de bonificación que quedaban por entregarse. Por despiste, por cansancio o por despreciar tan ínfima cantidad de tiempo. Fuera por lo que fuera, el premio se lo llevó el irlandés Daniel Martin (Garmin). Confío en que no tengamos que recordar durante la carrera que Fignon perdió un Tour por ocho segundos.

Vista la etapa con perspectiva, habrá que señalar que el descalabro de Antón se quedó en brecha sangrante, nada grave, peor el síntoma que las heridas. Casi desde el inicio de Sierra Nevada, Antón empezó a circular en las últimas posiciones. Poco después comenzó a hacer la goma. Si sus rivales hubieran sido más agresivos habría perdido en meta muchísimo más que 1:27.

Su suerte es que los favoritos, excepción hecha de Nibali, aún están por quitarse las caretas. El italiano lo advirtió y, después de apoyarse en Capecchi, optó por demarrar a siete kilómetros de la cumbre, sólo para reconocer a sus enemigos. Pero no obtuvo muchas respuestas. O sí. Le siguieron todos, una treintena de buenos ciclistas; sólo faltaba Antón.

Ojo.

Wiggins, Van den Broeck y Brajkovic volvieron a asomar por las primeras posiciones y dejaron una sensación prometedora. Que nadie olvide que estaban llamados a ser protagonistas en el Tour antes de romperse los huesos en diversas caídas. Y que nadie pierda de vista la contrarreloj de Salamanca (47 km), donde Wiggins podría desempeñar el papel de extraterrestre.

Finalmente, el podio volvió a estar animado. Esta vez honró a Sylvain Chavanel, nuevo líder y gran teniente (ni general, ni capitán). Y un detalle: llegado su turno, Dani Moreno recibió el maillot blanco de manos de Julio Jiménez y, galantemente, le obligó a subir al cajón. Justo y necesario.