NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Ciclismo | Tour de Francia 2011 | 18ª etapa

Señor Schleck

Fabulosa exhibición de Andy y desfallecimiento de Contador

<b>HEROICO. </b>Andy Schleck, que se escapó a 60 kilómetros de meta, afronta las últimas rampas del temible Galibier.
afp

Pongan una buena música con la única condición de que sea triste. Háganse fuertes en un asiento apartado y cómodo, sírvanse una copa cargadita de nostalgia y disfruten de la derrota. Otro ganará el Tour. Andy o Evans, tampoco descarten a Voeckler. Ni siquiera a Frank. Pero otro. La que había sido nuestra casa de verano en los últimos cinco años cambia de manos y toca entregar las llaves. En cierto modo es como perder un amor; un amorío si lo prefieren, molesta igual. Es curioso cómo el deporte nos devuelve a los sentimientos de la adolescencia, cuando todo resultaba desgarrador y exagerado, aunque se curara en dos días, quizá tres.

Así estamos unos cuantos. Los hay que optarán por apartar la mirada y desde hoy se exiliarán melancólicamente en la telenovela o en la siesta. Otros seguiremos observando, dispuestos a completar el protocolo de la capitulación. Para empezar escribiremos mil veces en la pizarra de nuestra conciencia (o del Twitter, lo mismo da) que los Schleck no son los Dalton; aquellos eran cuatro y de diferentes alturas. Y estos dos son grandes. Del mismo modo, haremos promesa de no menospreciar al enemigo y no sobrevalorar a los amigos; de contención, en definitiva. Sucesivamente y en breve espacio de tiempo (dos días, quizá tres) romperemos cada promesa: qué aburrido sería no emocionarse nunca, batacazos incluidos.

Como les iba diciendo, Andy Schleck ganó heroicamente la etapa de ayer y Alberto Contador perdió con él 3:50, más de un minuto y medio con el resto de los favoritos. Samuel Sánchez, la otra mitad de la Santa Alianza, se dejó 4:42 con el vencedor. Más que un hundimiento (los barcos siguen a flote, aunque desarbolados, tablas de náufrago), ha sido un bajón. Un bajón abisal.

Ahora, hechos migas, se comprende mejor el comienzo de la representación. Contador subió en las últimas posiciones el primer puerto, Contador no respondió al ataque de Andy en el Izoard, a 60 km de meta; Contador no tenía un sesudo plan, era más simple: estaba sin fuerzas.

Otro asunto es lo de su equipo: no lo tiene. El tricampeón no dispuso de más compañero que Sorensen para reducir en el llano previo al Galibier la distancia que ampliaba, a cada kilómetro, Andy Schleck. Y exactamente para eso sirve un buen equipo, para controlar la carrera y proteger al jefe. Por esa fisura también se ha escapado un buen pedazo de Tour.

Kaputt.

La última pista falsa fue que Contador, a 13 de meta, entrase a relevos con Evans para recortar los cuatro minutos de ventaja que ya acumulaba Andy Schleck. Fue un breve gesto de vergüenza torera, pero sin conexión con la realidad. A 1,5 km de la cumbre, Contador reventó.

Si prodigiosa fue la ascensión del pequeño Schleck no lo resultó menos la reacción de Evans, señor que merece otra disculpa: usted no es un chuparruedas, es tímido. El australiano recortó dos minutos sin apenas un relevo y salvó el amarillo del extraordinario Voeckler.

En fin. Hoy se sube Alpe d'Huez. Y les diré algo. Hoy podría renacer Contador y reventar otro. Hoy, si resucitamos todos, volveremos a caminar a dos palmos del suelo. Preparen la colchoneta.