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Ciclismo | Tour de Francia

Rui Costa toca el cielo

El portugués logra el primer triunfo del Movistar en el Tour.

<b>EUFORIA DESATADA. </b>Rui Costa, portugués del equipo Movistar, de 24 años, cruza exultante la línea de meta en el alto de Super Besse Sancy.
reuters

Honrad la marca. Esa fue la consigna que recibieron los ciclistas del Movistar en la presentación del equipo, el 1 de febrero de este año. La frase, con capacidad para motivar a un ciclista o a un comercial, la pronunció Luis Abril, secretario general de la Presidencia de Telefónica y años antes impulsor del glorioso Banesto de Indurain. Siete meses después, habrá que responder que la marca está a salvo, honrada con victorias y con un admirable ejercicio de superación ante la adversidad. Todo eso representó la agónica victoria del portugués Rui Costa en Super Besse Sancy y desde esa clave hay que interpretar su celebración, los puños cerrados y los gestos al cielo.

Sí, la victoria de Movistar es una buena noticia y no sólo por ser el triunfo de un equipo español. Se trata también de un reclamo para otros grandes patrocinadores privados, usualmente recelosos. Por diez millones de euros es posible cobijar a un gran equipo ciclista, fidelizar al público, participar de la enorme repercusión del Tour (seguido en 200 países) y ocupar durante horas la pantalla de televisión. Sin dopaje, el ciclismo es un paraíso del marketing.

Para finalizar el spot (inviertan, reactívense), habrá que destacar que Rui Costa le puso ayer una guinda a la magnífica semana del Movistar. Antes de que él levantara los brazos, Iván Gutiérrez y Rojas han enarbolado la bandera de un equipo con tanto presupuesto como infortunio. Sin líderes para la general (por vez primera en 32 años), Unzué ha planteado una entusiasta guerra de comandos que da resultados, por no decir dividendos.

La etapa, la primera con montañas, se hizo tan dura que sólo admitía héroes. Llovía y el terreno no ofrecía treguas, sólo arribas y abajos, latigazos por delante y por detrás. Como consecuencia de uno de esos ataques se formó un grupo de ocho escapados entre los que figuraban el navarro Zandio, Rui Costa y Tejay Van Garderen, perla del ciclismo americano.

Su ventaja era inconsistente en los últimos kilómetros, pero no se entregaron. Ni siquiera cuando se anunció que Vinokourov había iniciado su rabiosa persecución. Rui Costa ya era cabeza de carrera, con el kazajo rugiendo a su espalda y el pelotón de favoritos por detrás, convertido en jauría. En ese instante el portugués era la viva imagen del fugitivo Richard Kimble.

Pressing catch. Sobrevivió, pese a todo. Vinokourov se hundió y los ilustres candidatos se amenazaron con golpes que eran de pressing catch. Probó Contador, pero sin excesiva determinación. Y lo intentó Cadel Evans, más determinado, en busca del maillot amarillo. Agua también, agua todo el rato. Hushovd resistía, Andy Schleck se adhería a la rueda de Alberto y a Gilbert no le alcanzaba para ser primero. Ese puesto estaba asignado: Rui Costa, Movistar, misión cumplida.