Ciclismo | Vuelta 2010 | 19ª etapa
Más difícil todavía
Mosquera perdió ayer 12 segundos y hoy debe remontar 50
Si la tarea ya parecía ardua, ahora se antoja descomunal. Mosquera entregó 12 segundos en Toledo, lugar de diferencias inesperadas, y esta tarde deberá remontar 50 si quiere hacerse con la Vuelta a España. Terreno hay, ya se ha comentado y en estas páginas se desarrolla, pero hasta hoy no sabremos si el hecho ha tenido efectos psicológicos sobre el ánimo de líder y aspirante. Pudiera ser. Antes de una gran cita uno tiende a interpretar cualquier golpe de suerte (buena o mala) como un augurio. Y los augurios son un estímulo o un lastre, según.
Lo que ocurrió tuvo mucho de accidente y bastante de colocación. Ezequiel se quedó cortado en las últimas curvas, convertidas en una montaña rusa. Nervios, codazos y la vida en diapositivas. Si Nibali se libró del tumulto fue porque tomó la rueda de Gilbert para escapar. Y eligió bien, porque Gilbert, inmenso de principio a fin de la Vuelta, ganó la etapa. También Velits salvó el tipo junto a los primeros, y eso no hace sino ratificarnos en la teoría de la distracción.
Una vez consignado el infortunado despiste, no malgastaremos más tiempo en lamentarnos. Lo que hace dos días exigía una proeza en estos momentos reclama algo más. Ya no sirve un arañazo de 38 segundos. Ahora Mosquera necesitará un despliegue táctico y un hundimiento ajeno. Para empezar su equipo debe controlar una etapa que tradicionalmente nace incontrolable. La idea es que Ezequiel dispute los 20 segundos de bonificación que se conceden al ganador. Conseguido eso, el resto será un poco más sencillo.
La Bola del Mundo.
En busca de ese objetivo no sería mala una alianza con Purito y su Katusha. En compañía del Xacobeo endurecerían una carrera que tiene que llegar muy madurita a la Bola del Mundo. Allí Nibali se encontrará con algo que no espera ni se ha dignado a inspeccionar. El Tiburón presume de haber subido, y lo hace con cierta arrogancia, Plan de Corones y Mortirolo, puertos imponentes, sin duda.
Pero esto no es un puerto. Esto es el Empire State en bicicleta, una recopilación de las peores cuestas, una tortura sobre el traqueteo de una pista de cemento donde sólo el conocimiento del camino permite dosificar las fuerzas y los cansancios. Añadan la presión del público, quizá la lluvia y pregunten después a Robert Millar, si lo encuentran, cómo son las emboscadas en la Sierra de Madrid.
En última instancia sería el turno de Mosquera, al que imagino en competencia con Purito, bailando pegados en rampas del 22% que equivalen, para entendernos, a superar el mismo desnivel que salva una escalera en una buhardilla o un acantilado sobre el mar de Irlanda.
No se lo pierdan. Por la experiencia, por el paraje (Guarramillas, nombre original y muy atinado) y también por el aspirante. Mosquera es el representante de todos aquellos que creyeron perder el último tren y de pronto vieron pasar otro.