Ciclismo | Vuelta 2010 | 18ª etapa
Cavendish tripite
Jornada de transición a la espera de la batalla de mañana
No diré que sobran las etapas que nos conducen a la de mañana (Cavendish no estaría de acuerdo), pero no se puede negar que, superada la crono, la carrera cumple con sus quehaceres diarios pendiente del sábado. En apariencia nada cambia: hay ilusas escapadas, crueles capturas y fulgurantes sprints que suele ganar Cavendish. Sin embargo, la mayoría de las cabezas viajan por adelantado, tratando de anticipar ese infierno que se anuncia con título de novela de Julio Verne: La Bola del Mundo. Hasta las azafatas dudan si esa tarde los héroes estarán en condiciones de sostenerse solos o habrá que ponerles un taburete de cantautor.
Entretanto, ya digo, gana Cavendish. Su desgracia viene de la mano de su fortuna. Sus victorias son tan repetidas que terminan por resultar repetitivas (67 en su carrera, y tiene 25 años). Ni siquiera en la lejana Isla de Man celebran sus triunfos porque de hacerlo pasarían semanas festejando, y son gente seria. Es la condena de la abundancia. Salvo que cruce la meta haciendo un caballito o repartiendo cortes de manga (y entonces le criticamos severamente), nadie repara en el infortunado Cavendish. Ha terminado por parecernos más interesante su fiel lanzador, ese australiano (Goss), que le entrega las victorias a su compañero igual que Bogart le cedía la chica a Víctor Laszlo.
Viento.
Resulta evidente que la amenaza del viento se quedó en nada. Sopló, pero le faltó la fuerza precisa y el rumbo adecuado. Aunque faltó ese elemento decisivo, me atrevería a señalar que ya no hay abanicos como los de antes. Y en este caso no se puede culpar al cambio climático. Son las sofisticadas previsiones meteorológicas las que han acabado con el factor sorpresa, al tiempo que los equipos están más preparados, quizá porque no hay un director que no haya sufrido un abanicazo en sus carnes. No es casualidad que Xacobeo fuera ayer de los equipos más activos; Pino, su director, se quedó sin opciones en la Vuelta de 1988 por un mal golpe de aire.
De los ocho escapados que ayer presentaron su tarjeta de visita hay que decir que partieron en el primer kilómetro y fueron atrapados a doce de meta. Al no pasar su ventaja de los dos minutos, nadie se ilusionó en exceso. Hoy se repetirán los maillots (Andalucía, Footon...) y sólo cambiarán los nombres.
Ya en Salamanca asistimos al tradicional rito del sprint: lanzadores, espontáneos, favoritos e invitados. Y una intriga moderada: el argentino Haedo exigió lo mejor de Cavendish y comprobamos que lo mejor es mucho. Fue su tercer triunfo y aún se esperan dos más, hoy y el domingo en Madrid. Es un gran campeón, no hay duda. Aunque un poco infortunado.