Ciclismo | Vuelta 2010 | 16ª etapa
Purito no se rinde
Flojeó Nibali y recuperó el liderato Mikel Nieve ganó la etapa
Está Purito como para pedirle en matrimonio. A falta de saber quién ganará la Vuelta, la carrera es completamente suya. Él la mueve, la agita y, de tanto en cuanto, la lidera. Su protagonismo se extiende de la carretera a los alrededores. Purito es naturalmente mediático, simpático sin esforzarse y además transmite una extraña alegría de estar vivo, cosa rara en los ciclistas, habitualmente supervivientes de pocas palabras. Hasta diría que su figura, encaramada en el podio, es capaz de eclipsar a las azafatas de largas piernas. Quizá el matrimonio sea exagerado, pero al idilio no hay quien se resista.
Sí. Purito es líder de nuevo. Y su maillot rojo hace renacer la emoción de una Vuelta que muy poco antes creímos sentenciada en favor de Nibali. Volvimos a precipitarnos. Ayer el italiano sufría en silencio y sólo necesitaba que le movieran el tronco para que se le cayeran las hojas. El primero en probar fue Mosquera, hombre de principios. Luego vino Purito y apuesto a que se hubiera conformado con los cuatro segundos que le daban el liderato. Sin embargo, donde esperábamos pedrea hubo un premio mayor. El líder se quedó sin respuesta y sus rivales le abandonaron zumbando, sin acabar de creérselo.
Purito le aventajó en 37 segundos y Mosquera en 19. Suficiente para pensar que la contrarreloj no lo decidirá todo. Bastante para activar la Bola del Mundo como etapa clave. Celebrado el mordisco, el lamento es inmediato. Tal vez si el ataque se hubiera producido kilómetros antes ahora estaríamos hablando del hundimiento de Nibali. Quizá los interesados echen en falta las bonificaciones que se repartieron los primeros
Las excusas son muchas y casi todas parecen buenas. La carrera era incontrolable y parecía lógico que el desgaste correspondiera al equipo del líder. Luego, consentida la escapada, Kreuziger impuso una marcha militar que no dejó margen para más aventura que la que intentó Frank Schleck, dignísimo ayer. Es posible que el exceso de celo del fiel gregario también fuera minando las fuerzas de Nibali. Quién lo sabe.
Lo mejor es quedarse con el síntoma, con la debilidad que apunta. No hay que olvidar que en las cronos de la tercera semana importa más la fuerza que la técnica.
Mientras todo esto ocurría, el navarro Mikel Nieve, de 26 años, se descubría como la última perla del Euskaltel. Hay que tener mucho talento para estrenar palmarés en un puerto como Cotobello y con los lobos aullando en la espalda. Hay que ser valiente para intentarlo y se precisa formar parte de un grupo que ha transformado en estímulo la adversidad.
Motivación.
A Mikel le ayudaron Oroz y Txurruka, pero sospecho que, sobre cualquier cosa, le impulsó la dedicatoria a Igor Antón, la rebeldía ante su infortunio. Con esa emoción cruzó la meta y sumó la tercera victoria de etapa para un equipo imprescindible.
Hoy hay descanso y es merecido. Mañana llega la crono y se la ve más cuesta abajo. Serán imaginaciones nuestras.