Le conocen como el Tiburón del Estrecho (Lo Squalo dello Stretto) porque procede de Messina, en la isla de Sicilia, y por su agresividad en la carretera. ¿Qué le parece?

Me gusta mi apodo, dice mucho de mi carácter y de mis orígenes. Además, le he cogido cariño porque me lo puso mi club de fans.

Después de cinco etapas ya marcha cuarto en la general, a dos segundos de Antón y Purito. ¿Se ha postulado como la principal amenaza extranjera de la Vuelta, junto a Menchov y Frank Schleck?

Vengo aquí para ganar, ya lo había avisado con anterioridad. Quiero verme en el primer puesto en el podio de Madrid.

¿Cómo lleva el cartel de esperanza italiana para las grandes vueltas por etapas?

Con naturalidad, ya he demostrado que puedo rendir a un alto nivel durante tres semanas. En el Giro, pese a un par de caídas, estuve arriba, logré un triunfo y acabé tercero. El balance fue muy positivo. El año pasado, en el Tour, también me codeé con los primeros y terminé séptimo.

Entonces, ¿cuál es su mayor objetivo?

El más inmediato, esta Vuelta, pero, como italiano, me encantaría conquistar el Giro, es nuestra carrera, pasa por delante de la casa de muchos corredores. Y, desde luego, el Tour, la ronda ciclista más prestigiosa.

Ha traído un equipo fortísimo a España, con Kreuziger de socio para las jornadas decisivas de montaña.

Dispondré del respaldo de Roman, Zaugg, Willems o Finetto en las etapas más difíciles. Con estos compañeros se puede aspirar a todo y disputar con más tranquilidad.

También cuenta con la ventaja de la crono de Peñafiel, que no le penaliza como a Antón, Purito o Frank Schleck.

Es cierto que esa contrarreloj me va perfecta, aunque pueden pasar muchas cosas hasta que llegue, no debo confiarme ni descuidarme, habrá trampas y esta es mi primera Vuelta.

¿Qué me dice de los rivales? ¿A quiénes controlará más?

De los españoles, a Purito, Antón, Mosquera, serán peligrosos. Luego estarán Menchov y Frank Schleck, el abanico del que todos hablan.