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Vuelta a España | 5ª etapa

Un día de paz

Tyler Farrar ganó al sprint en la primera etapa sin sustos

<b>PICNIC Y BICIS. </b>Una familia observa el paso del pelotón con el almuerzo preparado para gozar de un relajado avituallamiento.
JESÚS RUBIO

El estadounidense Tyler Farrar ganó en Lorca y al alzar los brazos mostró al mundo los tatuajes que adornan sus brazos. En el izquierdo está escrito "paz interior" (quien sepa tibetano lo leerá de corrido) y en el derecho "todos debemos ser felices", mensaje cincelado en impecable sánscrito que se repite en el brazo de su hermano.

No hablamos de un ciclista convencional. Farrar nació en Wenatchee, una ciudad del noroeste de Estados Unidos, poblada en tiempos por los indios del mismo nombre y a la que salvan del más profundo anonimato el propio Tyler y el creador de Popeye, Bud Sagendorf, también nacido allí.

La fascinación por el budismo le viene de sus viajes al Tíbet, cuando, siendo un niño, acompañaba las escaladas de su padre, ahora en silla de ruedas por un accidente en bicicleta. Y además Farrar es pelirrojo, condición que comparte con el 2% de la población mundial.

Ubicado el ganador, hay que decir que la jornada fue la más amable de las disputadas hasta el momento (por trazado y temperatura) y cumplió con el guión: fuga de modestos y desenlace al sprint. Es cierto que la suerte de los humildes nunca ha sido muy generosa, pero el invento del GPS ha hecho flaco favor a los ciclistas modestos. No hay forma de que el pelotón se despiste. El satélite chivato indica la velocidad necesaria y el lugar de caza, de ahí que los sabuesos jueguen con los fugados como los gatos con los ovillos de lana. No es casual que los rebeldes caigan en los últimos kilómetros: es crueldad tecnológica.

Pese a todo, siempre hay valientes dispuestos a aprovechar unos kilómetros de fama. Esta vez se trató de dos franceses (Rolland y Labbe) y dos españoles (Toribio y David Gutiérrez). El grupo era variopinto. Rolland (23 años) es una de las esperanzas del esperanzado ciclismo francés, Labbe es un veterano (33) sin triunfos y tanto Toribio (24) como David Gutiérrez (28) son profesionales de primer año.

Optimismo.

Los escapados se entendieron hasta que por detrás rugió la marabunta. Cuando les pasó la locomotora se relevaban en cabeza Lampre (Petacchi), Liquigas (Bennati), Française des Jeux (Hutarovich), Columbia (Cavendish) y Astana (Davis). Los equipos con sprinters son de natural optimistas.

Hubo algún amago de abanico, pero pronto los lanzadores se pusieron al mando. Fue entonces cuando Cavendish echó de menos a Eisel, uno de sus escuderos, retirado por un golpe de calor. Sin él, las llegadas se le hacen muy largas. Así sucedió. Atacó de lejos y tanto Farrar como Koldo Fernández de Larrea le superaron en meta.

Lo de Koldo invita a abrir un paréntesis. Su heroica pelea contra los grandes velocistas merece un monumento, aunque para empezar nos conformaremos con una victoria.

Y otro aparte. Hay quienes se descuelgan en los últimos kilómetros para guardar fuerzas y evitar accidentes. Ayer lo hicieron, entre otros, Txurruka, Intxausti o Cancellara. Su integridad quedó a salvo; su prestigio, no tanto.