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Tour de Francia | 14ª etapa

Marcaje extremo

Schleck y Contador se vigilaron hasta el punto de llegar a pararse

<b>PIRINEOS. </b>El grupo de los favoritos, con Andy Schleck y Alberto Contador, suben el Pailhères (categoría especial), el coloso que precedía al puerto final de Ax 3 Domaines.
reuters

Domingo de Tour neutralizado. Contador y Schleck duermen sobre un colchón de táctica que les deja las mismas dudas cada mañana. Andy viste de amarillo y tiene 31 segundos de ventaja. Debe pensar "que me quiten lo bailao". Alberto sabe que con esta diferencia será campeón si cumple en la crono del sábado. Atacar o no atacar. Vaciarse o esperar al final del jueves en el Tourmalet.

El primer domingo de Pirineos no dejó más que tres intentos infructuosos de Contador por soltar a Schleck en la decepcionante subida a Ax 3 Domaines. También un marcaje desesperante por parte de ambos que propició el salto, casi obligado, de Menchov y Samuel para arañar segundos en su lucha por la tercera plaza. Clavados se quedaron español y luxemburgués, que si tiras tú o tiro yo. Schleck tenía la orden de "no pasar" a Contador. Sólo lo hizo cuando pactó con Alberto acelerar para que el resto del top ten no sacara excesiva tajada. Esos 14 segundos que perdieron con Menchov y Samuel son los segundos de las matemáticas, que seguramente no decidirán un Tour pero sí que provocarán más de una discusión: ¿por qué los más fuertes del Tour permitieron dejarse ayer ese tiempo por el camino? Seguramente porque el pulso es tan evidente que el resto no importa demasiado. Una pena.

De pena a gloria. La de Cristophe Riblon. Héroe, combativo, francés del día... Todo. No era su cumpleaños pero entre todos (los de antes, entre ellos) le regalaron la etapa. Jugó fuerte desde el principio, eso sí, porque él fue el primero que en el kilómetro 19 se movió para formar un grupo de escapados destinados a ahogarse en la orilla.

Efectivamente, poco a poco, todos fueron apagándose cuando subían Pailhères. La historia no recordará sus nombres. Sólo el de Riblon. Él se quedó solo. Por detrás, nunca a más de dos minutos, Carlos Sastre contactó con Rafael Valls, hombre puente, en busca de otro triunfo en su montaña preferida. Entre Sastre (veterano) y Valls (novel) pudieron soñar con atrapar a Riblon con la ayuda de Cunego y alguno más. No había piernas. Ni subiendo hasta los 2.001 metros de la cima de Pailhères ni en los 19 kilómetros de descenso. Ahí forjó Riblon su victoria. No le recortaron ni un segundo en ese tramo. El pelotón ya venía suficientemente preocupado por no caerse (Samuel, Andy...) como para cazarle.

Quizá creyeron que se dejaría cazar solo. No. Riblon (29 años) soñaba desde pequeño con un triunfo así. Dijo luego que cuando le hacían pedir un deseo siempre reclamaba ser "un ciclista del Tour".

Un pistard.

Riblon tuvo a su genio de la lámpara. Le dio piernas de pistard que ganaron medallas en los Mundiales. Pero en los velódromos no se corre el Tour, se dijo. Y se preguntó que por qué los del ciclocross podían correr el Tour y él no. Luchó y lo consiguió. Desde ayer forma parte de la leyenda centenaria de estos Pirineos.

Un pistard se adjudica una etapa en los Pirineos. El mundo al revés. El Tour de Francia se ha vuelto loco. Calculador y decepcionante a la espera del Tourmalet.