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Ciclismo | Vuelta a España 2009 | 18ª etapa

Demasiada vigilancia

Los favoritos no se atacaron camino de Ávila y venció Deignan

<b>UN CLÁSICO. </b>Alejandro Valverde encabeza el pelotón en la subida por el empedrado paralelo a la muralla de Ávila. Todo un clásico.
jesús rubio

Desde que Hinault conquistó la Vuelta 83 en Serranillos (el líder, Gorospe, perdió 22 minutos), cada vez que la carrera llega a Ávila sentimos una emoción especial. Impresionados por lo que sucedió hace 26 años, nos acercamos a la etapa como quien se aproxima a un desfiladero en territorio comanche. Con la misma expectación. Cumplida la jornada, siempre nos ocurre igual. De pronto recordamos que Hinault ya no corre, que los caimanes escasean y que de todos nuestros recuerdos sólo las murallas permanecen inalterables. Ayer, sin ir más lejos, el ganador fue Philip Deignan, un muchacho que, para incidir en la paradoja, nació hace 26 años, en los tiempos que deberíamos archivar.

Todo esto para decir que la etapa fue decepcionante, excepto para el irlandés. Frustrante para nuestros recuerdos y un chasco porque parecía reunir los ingredientes que la afilaban más aún: lluvia, frío y ataques iniciales. Prueba de ello es que en las primeras escaramuzas se quedó Gesink, aun antes de que el pelotón llegara a pie de Mijares.

Tan ilusos fuimos que cuando se formó la fuga de 16 quisimos pensar que era un puente para los ataques del generalato. En cabeza circulaba Antón, la cuerda que tendía Euskaltel a Samuel. Y Herrero y Kreuziger, aliados de Mosquera y Basso.

Sólo quedaba esperar al Collado Mediano, el desfiladero de nuestros sueños. Allí llegó la fuga con cinco minutos y allí perdió, en un suspiro, la mitad de la ventaja por el trabajo del Caisse d'Epargne, que entró en la montaña al ritmo de la caballería. Con el pelotón hecho jirones y la escapada a tiro, alguien, por detrás, decidió que era suficiente. Mientras nos medíamos el palmo de narices, la fuga volvió a tomar oxígeno y, aunque Euskaltel se dejó ver, nadie se atrevió a poner en duda al líder.

Por delante supieron de su buena fortuna y comenzaron la guerrilla. En el Boquerón, Gilbert lo intentó. Herrero y Vázquez asistían a las escaramuzas como guardias con la porra, atentos para controlar cada asalto. Pero eran minoría. En una de esas explosiones se marcharon Kreuziger y Deignan. Hasta meta. Hubo resolución sorpresa, porque suponíamos más fuerte a Kreuziger, pero venció el chico sin apenas palmarés, el muchacho que, corriendo por libre y sin obligaciones, ya es noveno de la general, a 7:49.

En el empedrado final los favoritos lucieron palmito y fruto de ese arreón Valverde, Samuel y Evans picaron un segundo a Gesink y Mosquera. Fuegos de artificio a la espera de hoy, donde también nos ronda el fantasma de un tal Perico y su proeza en la Vuelta de 1985. Es terrible cumplir años.

El ganador fue boxeador

Philip Deignan (07-09-1983, Donegal, Irlanda) practicó el boxeo con 13 y 14 años, hasta que le pusieron K.O. dos veces consecutivas, sufrió molestias en la cabeza y sus padres dijeron que se acabó. Una carrera contra el cáncer le hizo engancharse al ciclismo.