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Ciclismo | Vuelta a España 2009 | 14ª etapa

Reacción de líder

La ascensión a La Pandera, última de las cinco llegadas en alto de la Vuelta, dejó prácticamente sentenciada la carrera. Alejandro Valverde cedió ante los primeros ataques, pero, tras una gran remontada, fue él quien pasó a la ofensiva. Ahora saca 31 segundos a Gesink y 1:10 a Samuel.

<b>LUCHADOR. </b>Valverde, empapado por la lluvia que cayó ayer, resistió los ataques en La Pandera.
JESÚS RUBIO

En esta Vuelta a España todo sucede en miniatura. Las diferencias se miden en segundos y los actos valerosos, por ser tan breves, nunca alcanzan la categoría de proezas. No es problema de la carrera, ni de las montañas. Quizá influya ser el postre del calendario ciclista, pero seguramente nos encontremos ante una característica del ciclismo moderno, donde todo está absolutamente controlado, de las pulsaciones a los pensamientos. El caso es que ayer disfrutamos de una última subida apasionante que apenas tuvo consecuencias en la clasificación. Y eso, debo admitirlo, nos desapasionó un poco.

Dicho esto, el primer análisis de lo sucedido tiene que enfocar a Alejandro Valverde, que sale de las montañas andaluzas con la Vuelta en la mano. El modo de confirmar su liderato fue lo emocionante. A tres kilómetros del final de la etapa, el murciano se descolgó de los favoritos, víctima del asfixiante ritmo de Basso, Evans y Gesink en las más duras rampas de La Pandera.

Alarmas.

Se encendieron las alarmas, como es natural. Se anticipó el efecto de la crisis y se aceptó que la carrera estaba muy cerca de cambiar de líder. Se tomaron referencias en las pancartas y en los espectadores altos. Se trató de averiguar el ritmo de la pérdida, de imaginar la general tras la debacle. Se vivió, en definitiva, toda la pasión del ciclismo.

Sin embargo, después de conocer que Valverde entregaba alrededor de 15 segundos, el terremoto cesó de pronto. El líder recuperó el aliento al tiempo que lo perdían sus adversarios y la brecha pasó de grieta a rendija. No sólo eso. Valverde rebasó a Evans y Basso y acto seguido se marchó en rabiosa persecución de Gesink, al que nunca le duró tan poco un sueño. En meta, el holandés perdió cuatro segundos con Valverde, mientras Evans cedía 18 y Basso 26.

Resistencia.

Fue una reacción extraordinaria que hubiera sido fabulosa, quizá histórica, de ampliar los kilómetros y las ventajas. Sin embargo, los límites del acuario marcan también los límites de la hazaña. Sofocada la tormenta en el vaso de agua, Valverde subió al podio casi como campeón virtual, como si el medio minuto sobre Gesink fuera ya un abismo definitivo, una distancia insalvable para una pelea en miniatura.

Al margen de los favoritos, Cunego, que había perdido más de 20 minutos en Sierra Nevada, logró ayer su segunda victoria de etapa. Con ese plan se fugó y con esa idea abandonó al resto de escapados en el Alto de Villares. El resto es fácil si tienes talento.

Mosquera, como otras veces, compitió por la pedrea. Y el hecho descubre un error táctico del Xacobeo, que de haber colaborado en el control de las fugas hubiera disputado cada etapa de montaña con el gran Ezequiel.

Samuel Sánchez también merece capítulo aparte. Recuperó 14 segundos a Valverde más ocho de bonificación y confirmó que, por fin, ha llegado su terreno: la tercera semana. A 1:10 del liderato, Samuel representa una de las pocas opciones de sorpresa, de batalla y, quizá, de grandeza.