Ciclismo | Vuelta a España 2009 | 12ª etapa
Ganó el 'catenaccio'
Sólo Gesink se atrevió a moverse. La etapa, para Hesjedal
En el ciclismo del catenaccio cada ciclista se siente satisfecho con su suerte, contento con el empate a cero. El líder es feliz por serlo, mientras el segundo y el tercero se felicitan por el podio y por estar al acecho, argumentos que sirven para los corredores que siguen, orgullosos del top-ten. El resultado es que nadie se mueve. Y no por pereza. Es, simplemente, que la inacción se considera inteligente, un signo de astucia.
Si esto sucede es porque hemos pasado de un ciclismo de personalidades (Ocaña, Fuente, Perico) a un ciclismo de directores. Y el director es, por lo general, reaccionario y controlador. Para él, la improvisación es un desacato. Prefiere un superviviente a un héroe, se entretiene en librar batallas tácticas con otros directores y entiende que ganar la clasificación por equipos es la culminación de su obra.
El resultado es que las etapas, montañosas o muy montañosas, se resuelven en los últimos cinco kilómetros y mejor aún si son los tres finales. Así se minimizan los daños propios porque de los daños ajenos, ni hablamos.
Ocurrió ayer de nuevo. Los candidatos se conformaron con su suerte a excepción del joven Robert Gesink, que a los 23 años no participa de los impulsos especuladores. El chico atacó varias veces durante la ascensión a Velefique, hasta que por fin, a dos kilómetros de la cima, logró despegarse del grupo de las coartadas.
El fruto de su insistencia es pequeño, pero no es menor. Aventajó a sus rivales en diez segundos y sumó ocho más de bonificación por entrar tercero en meta. En resumen, se sitúa a 18 segundos del liderato. Y la distancia no debería preocupar tanto como su valentía.
Por lo que se refiere a la clasificación general, la etapa reina se saldó sin otra novedad. Cumplieron los principales favoritos y la segunda línea dejó buenas sensaciones: Mosquera recortó diez segundos, Cunego lo probó, Samuel Sánchez resistió y Danielson respondió con diligencia a cualquier movimiento. Entretanto, Valverde, Evans y Basso aguardaban astutamente.
Justicia.
Resultó de justicia que ante una actitud tan conservadora venciera uno de los ciclistas que formaba parte de la escapada, una fuga de once corredores que se gestó en el kilómetro 25. Allí estaban, entre otros, Freire, O'Grady y Vinokourov, que se descolgó primero y se retiró después.
Si después de muchas penurias ganó el canadiense Ryder Hesjedal es, básicamente, porque David García Dapena equivocó la pancarta de la montaña con la de meta. Y es cierto que se confundían, pues una se localizaba en la cima y la otra, la buena, en la bajada incipiente.
Perder de esa forma dio pena (nunca mejor dicho), porque el gallego había afrontado la mayor parte de la subida en solitario y en cabeza. Y también porque la sutil estrategia de Pino, con Mosquera llegando por detrás, parecía asegurar el triunfo del Xacobeo por asfixia del canadiense.
Hoy, camino de Sierra Nevada, el pelotón afrontará el segundo de sus retos montañosos. Conocido que Valverde corre con calculadora (y Unzué con el Deep Blue), hay que descubrir el plan de sus rivales, especialmente el de Basso que se mueve entre un redoble al que no responde.
Y habrá que confiar en Gesink. Su entusiasmo es un maravilloso elemento de distorsión que le hace ganar adeptos. La gente quiere valientes, no contables. Algún día lo entenderán los directores.
Valverde estrenó el culotte a juego
Alejandro Valverde estrenó ayer un culotte de color dorado, con el que hacía juego con su jersey oro de líder de la Vuelta a España. La firma de ropa que abastece al Caisse d'Epargne no lo tenía previsto, pero se lo fabricó en tiempo récord.