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Ciclismo | Tour de Francia

Se cumple el guión

Cavendish gana al sprint, mientras líder y velocistas controlan.

<b>ADIÓS MÓNACO. </b>El pelotón deja Montecarlo camino de Brignoles, donde finalizó por vez primera una etapa del Tour de Francia.
REUTERS

El británico Mark Cavendish va camino de convertirse en uno de esos velocistas que terminan por ser como de la familia. Ocurrió con Cipollini, al que hicimos un hueco en la sobremesa, y sucedió luego con Zabel o McEwen, sobre los que profundizamos a base de repetidas victorias. A todos ellos, y a algunos otros, los vimos en pleno esfuerzo y los descubrimos luego sin casco y con azafatas, que es cuando mejor se aprecia el trapío y la humanidad de nuestros invitados al almuerzo.

Nacido en la Isla de Man (como los Bee Gees), Cavendish ganó cuatro etapas del Tour 2008 y esta temporada ha sumado triunfos ilustres en la Milán-San Remo y en el Giro, donde además de dos victorias vistió el maillot rosa. Es raro que se le escape un sprint sin interferencias y como el chico tiene sólo 24 años nos sobrarán las oportunidades para conocer su horóscopo, su película favorita y el punto que prefiere en la carne.

Por otro lado, será difícil que el talentoso Cavendish se encuentre con un sprint más sencillo que el de ayer. El hecho es que varios corredores, encabezados por Koldo Fernández y confundidos por la mala señalización, continuaron recto donde había que trazar una curva, la última del recorrido. El incidente rompió la punta del pelotón y dejó por delante a Cavendish con tres lanzadores, Renshaw, Martin e Hincapié. El resto fue como pescar peces en un estanque.

Freire, que había elegido la rueda de Boonen, se vio perjudicado por la interrupción. Sin más equipo que el fiel Flecha, los sprints de Freire se construyen saltando sobre trenes en marcha que no siempre alcanzan el destino requerido. Ya volverá, cuando no miremos.

Por lo demás la etapa calcó el desarrollo de las jornadas de su especie. En el kilómetro 25 se formó una escapada, esta vez con dos franceses, un finlandés y un holandés: Augé (Cofidis), Dessel (Ag2r), Veikkanen (F. des Jeux) y Clement (Rabobank). El cuarteto rozó los cinco minutos, pero hubiera necesitado otros cinco para llegar a meta. Los rebeldes fueron atrapados a diez kilómetros del final.

Los movimientos de la policía resultaron esclarecedores. El Saxo Bank de Cancellara tiró para proteger el amarillo, lo que honra a director y ciclistas. Hay muchos equipos con favoritos que desprecian los lideratos tempranos porque temen más el desgaste de lo que valoran la publicidad y la fama. Es sabido que el miedo domina muchos pinganillos.

Colocación.

Cuando la fuga estuvo controlada fueron las formaciones con velocistas quienes tomaron el mando de las operaciones, con particular protagonismo para el Columbia de Cavendish. En ese tramo se observó la buena colocación del Astaná, al que se le disparan las pistolas, y se temió por la integridad de Frank Schleck e Igor Antón, envueltos en una caída.

Entre los escapados sólo tuvo consuelo el finlandés Veikkanen, que vestirá el maillot de la montaña, cuyos lunares rojos no son aportación de Carmen Sevilla, sino de la marca de chocolates Poulain.

El sprint está contado y sólo queda reseñar el exotismo que aportó el japonés Arashiro (Bouygues), quinto clasificado, y que representa al Sol Naciente en compañía de su compatriota Beppu (Skil). El reto de ambos es finalizar el Tour después de los intentos fallidos de Kawamuro (1926 y 1927) e Imanaka (1996).

Ya en el podio, pocas sorpresas. El Tour es deliciosamente clásico en la elección de los decorados y las azafatas, lo que debe resultar del gusto de Alberto de Mónaco, que ayer repitió cajón. Hoy también se espera por allí al joven Cavendish, el chico que viene a tomar café.