Ayer el día de descanso y hoy la etapa más corta de la ronda rosa: sólo 83 km, de los que 23,5 son de ascensión al Blockhaus, mítica cima de los Apeninos. Este Giro del Centenario ha querido ofrecer de todo y tras el maratón del lunes coloca esta etapa que, siguiendo el simil del atletismo, viene a ser como una carrera de 1.500 metros.

El día de descanso ya es por sí peligroso. El cuerpo del ciclista, acostumbrado a un fuerte ritmo diario, tiende a relajarse cuando le dan una jornada de respiro. Y hoy les espera una etapa explosiva, que requiere un esfuerzo corto pero muy intenso. Alguno lo acusará.

Experiencia.

No será el caso de Sastre. Si ha llegado hasta aquí es por su profesionalidad, por conocer perfectamente su cuerpo, cómo cuidarlo para que dé el máximo y hasta dónde puede llegar.

Otra cosa es que esta etapa es la antítesis del ideal para Sastre. Él es un ciclista de resistencia. Cuanto más largo y más duro es el recorrido, más se agiganta entre la fatiga general. Al Blockhaus va a llegar todo el mundo muy entero, será un esfuerzo muy explosivo, como le gusta a Di Luca.

Pero es lo que hay. "Esta etapa y la del Vesubio son las dos oportunidades que mantienen intacta mi motivación y mi ilusión por seguir intentándolo", dice Sastre. Está muy fuerte. Sólo a Menchov se le ve a su nivel. No es el recorrido que él hubiera elegido, pero no deja de ser una montaña y ha demostrado que le sobra valor. Seguro que Sastre tratará de aprovechar su primera opción.