El tesoro de los herejes cátaros
La población de Lavelanet debe este nombre a la gran cantidad de avellanos existentes al pie del legendario castillo de Montsegur. Elevado en una roca casi inaccesible, fue uno de los últimos refugios de los herejes cátaros que se autodenominaban los perfectos. Las terribles condiciones de un duro asedio motivaron su rendición el 16 de marzo de 1244, y unos doscientos de sus defensores fueron quemados en la hoguera. Aquí comenzó la leyenda. ¿Realmente los cátaros se habían refugiado en Montsegur con sus tesoros? Su búsqueda no dio resultado y la leyenda pasó de boca en boca durante siglos. Se cuenta que la noche anterior a la rendición, cuatro hombres se descolgaron desde las alturas de la fortaleza para poner a salvo el tesoro cátaro, cuya joya más preciada era el Santo Grial, el cáliz usado por Jesucristo en la última cena. Esta tradición ha inspirado numerosas obras más o menos fantásticas a partir del exterminio cátaro.
Relacionado con las cruzadas contra los cátaros también se encuentra Arnaud Amaury. Nacido en Narbona, ciudad de llegada en la etapa de hoy, siguió la carrera eclesiástica dentro de la Orden del Císter y fue abad de importantes iglesias antes de llegar a ser obispo de su ciudad natal. En 1204 fue nombrado embajador en las tierras de Occitania por el papa Inocencio III. Los historiadores le definen como un hombre de gran inteligencia que, tanto política como militarmente, supo navegar con éxito en medio de una época turbulenta. Sus enemigos además le definen como un personaje cruel, sediento de sangre y le adjudican la frase terrible ante la pregunta de sus soldados cuando consiguieron la rendición cátara en Beziers:
-¿Cómo distinguir a cátaros de católicos?
Noticias relacionadas
-Matadlos a todos, que Dios sabrá reconocer a los suyos.
Veinte mil hombres, mujeres y niños fueron asesinados a consecuencia de esta frase lapidaria que nunca sabremos si realmente pronunció.