"Quisieron secuestrarme cuando estaba de rosa"

Julio Jiménez

"Quisieron secuestrarme cuando estaba de rosa"

"Quisieron secuestrarme cuando estaba de rosa"

Tras Indurain y Fuente, Julio Jiménez es el español que más veces ha vestido la maglia rosa del Giro, con once días. En 1966, 'El Relojero de Ávila' estuvo a punto de conquistar la carrera. Ese año ganó dos etapas, fue cuarto de la general y sufrió las coaliciones de los corredores italianos.

Lo primero: en 1966 vistió la maglia rosa durante once días, explíquenos por qué no puede posar ahora con ninguna.

Porque algunas se las regalé a los compañeros de equipo, que para eso me ayudaron y me las habían pedido. Otras se las presté a Berlanga, con un montón de fotos y una bicicleta, para que rodara la película París-Tombuctú. Y resulta que me perdieron las cosas que les dejé. Sólo he podido recuperar la bici. Si llego a asegurar todos aquellos objetos me podría haber llevado una millonada, pero pequé de despreocupado.

Berlanga dijo en este periódico que él no sabía nada de lo que sucedió.

Sí, y que alguno de su equipo se habría llevado los maillots... Al cabo de los años, apareció uno de campeón de la Montaña del Tour vendido por internet. El francés que lo compró me mandó una foto para confirmar que era mío, pero no me lo devolvió, que para eso había pagado un buen dinero.

En aquel Giro de 1966 llegó como el líder del Ford, con Anquetil dispuesto a ayudarle, aunque al final no pudo ganar la carrera, él quedó tercero y usted cuarto.

Sí, me convencieron de que podía ganar la carrera y dejé la preparación para la Vuelta y marché para allí. El fijo que me daban por correr era importante, gané dos etapitas y fui líder, pero no logré mantener la maglia rosa. Anquetil, aunque acabó por delante de mí, sí que me echó una mano cuando lo necesité. Guardo un muy buen recuerdo de aquel Giro de Italia, aunque creo que en Nápoles intentaron secuestrarme.

¿Y eso?

Había muchos carabinieri en el hotel donde estaba alojado y se escuchaban rumores de que iban a raptar a la maglia rosa. Como entonces yo era el líder, supongo que alguien querría secuestrarme...

Cuéntenos cómo cogió el liderato.

Fue en la segunda jornada, con final en Monesi. Ataqué a falta de 30 kilómetros para la meta, gané la etapa y le metí más de un minuto a Motta. Le quité el liderato a Taccone, que había conseguido la maglia el primer día. Luego vencí también en Col de Nava.

¿Cómo lo cedió?

Adorni ganó la contrarreloj de Parma, donde estaba su casa. Sin embargo, allí no perdí la carrera. Fue por desoír los consejos de Anquetil. Me dijo que me dejara quitar la maglia, que tenía el mejor equipo para recuperarla en los Dolomitas, pero yo iba fuerte y me hacía mucha ilusión retenerla. Al final, en una etapa en la que iba escapado con Motta, desfallecí en el llano y ni Jacques fue capaz de ayudarme.

¿Los italianos se aliaron contra usted?

Sí, había una mafia importante en los días de montaña. Los puertos eran de tierra, así que cada 20 metros se turnaban los aficionados para empujar a sus corredores y a los rivales nos quitaban los tubulares de repuesto. Yo me agarraba a los maillots o repartía golpes con la bomba de inflar entre el público. También se podían delante, en bloque, para no dejarnos pasar a los extranjeros. Se suele decir que el Giro lo gana el mejor o un italiano. Pues ese año se lo llevó uno de allí, Motta.

La cronoescalada de Plan de Corones, con los últimos kilómetros de gravilla, recordó al ciclismo de su época.

Es verdad, y en esas rampas vi a Contador muy fuerte.

¿Llegará de rosa a Milán?

Estará muy bien en estas dos últimas etapas de montaña, y la crono final le beneficia. Deberá tener especial cuidado con el Gavia y el Mortirolo, aunque si su equipo responde, creo que mantendrá el liderato, porque él es el que más sube entre los primeros clasificados.

¿Intentarán los italianos una coalición contra él, como le ocurrió a usted en 1966?

Le lloverán los ataques, pero aguantará. Excepto Ricc Simoni, Di Luca, Bruseghin y Pellizotti son veteranos y ya están en las últimas.