Se impuso la ley del más fuerte

La victoria de Fabian Cancellara en San Remo es totalmente merecida e incuestionable. Ganó el más fuerte, así de fácil. Es más, todos sabíamos que el suizo iba a atacar en los dos últimos kilómetros, donde si le dejan coger 20 metros es inalcanzable. Desde que se retiró Ekimov, no ha habido un ciclista que controle mejor este tipo de llegadas que él. Sigue la tradición de potentes rodadores como Rudi Altig, capaces de sorprender a los mejores velocistas en su propio terreno. El resto de los corredores que le acompañaron en el corte definitivo pecaron de pardillos. La rueda buena era la suya, y nadie supo aprovecharla.

En cuanto a Óscar Freire, volvió a estar entre los elegidos a la victoria, pero le faltó un poco de gas para poder rematar la faena. La subida que se ha introducido este año a falta de 100 km, La Mànie, hizo mucho daño a los sprinters puros, aunque él, por clase y fuerza, estuvo entre los que se disputaron la victoria. Lo que pasa es que en la parte decisiva nunca tiene a un compañero que le eche una mano, y siempre tiene que buscarse la vida por su cuenta. Sabemos que es un fuera de serie, pero él solo no puede sacar el córner y meter gol.