Rapapolvo pirenaico
El Unicaja se lleva un duro correctivo en Andorra. Imagen fea del equipo de Ibon ante un Morabanc descollante y que hizo sangre todo lo que pudo.
El Morabanc Andorra le sacó los colores al Unicaja, que dejó una imagen preocupante en el Principado. Un serio aviso el 98-74, ofreciendo síntomas feos el equipo de Ibon, ante un rival que le pasó por encima a todos los niveles y que partía en descenso. Actitud de no respetar al rival y un exceso de confianza que se convirtió en un rapapolvo desde el salto inicial. Sin amagos de reacción, tampoco lo permitió Morabanc. Bravo por el equipo de Plaza, que hizo su trabajo los 40 minutos y fue engordando gradualmente el marcador, incluso en esos minutos de la basura por encima del Unicaja, que ya perdía 35-19 tras el primer cuarto. Se tiene asumido en Málaga que el proceso de ensamblaje de la nueva plantilla conllevará un tiempo, pero el Unicaja se saltó esos mínimos. Andorra suma la segunda victoria del curso y recobra alegría, con Plaza incluso cuestionado hasta esta semana. Reacción a tiempo y una victoria de mucho prestigio, además de ese marcador llamativo.
El Morabanc Andorra desató una auténtica avalancha pirenaica en el primer cuarto: 35 puntos con 7/9 en triples; un vendaval ofensivo que arrolló a un Unicaja desbordado, con poca tensión —horribles balances, sin dureza atrás y solo 3 rebotes— y fomentando ese frenesí andorrano. Le salía todo al equipo de Plaza, revitalizado y arrollando a su Unicaja (el catalán es el entrenador con más partidos en la historia del club con 325). Sin compasión, y enfrente un Unicaja donde solo dejaba fogonazos Chris Duarte, cómodo en el partido, pero sin comparsa a su alrededor. Dominaba los aros Pustovyi; Okoye y Kuric veían el aro fácil. Un estado de plenitud conjunto que dejó noqueado al Unicaja, con mucha montaña que escalar en el Principado (35-19). Sacó la cabeza el Unicaja con un parcial de 2-10 que lideró Webb III (37-29), pero reaccionó Morabanc, controlando una renta entre los 10-15 puntos. Okoye sumaba un 3+1 ante Sulejmanovic cuando Duarte soportaba el peso del ataque malagueño. Pero los locales aprovecharon una secuencia fugaz, un triple de Kuric y otro de Okoye, para poner las cosas en su sitio antes del descanso (57-41). Hizo algún conato previo el Unicaja para entrar en el tanteo, pero tenía un rival voraz, a otra velocidad. Y con necesidad.
Y no mejoró el panorama del Unicaja. Evans sumaba un par de canastas y la distancia ya se estableció en los 20 puntos. Encontrando jugadores y generando ese efecto contagio, con Rubén Guerrero destrozando la zona (11 puntos, 9 rebotes y 19 de valoración). Síntomas de desesperación y alargando esas señales descorazonadoras, incluso sin pelear el average pensando en la Copa del Rey. Llegó a perder el Unicaja por 30 puntos (86-56), un cadáver andante sobre el Principado, con Ibon contemplando esa versión y sin tensión en el banquillo. Horribles señales. Nada reconocible en estas temporadas donde se ha ganado muchísimo, pero hay principios innegociables.
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