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La NBA censuró unas zapatillas... ¡con las que se saltaba más!

En 2010, unos hermanos sin experiencia previa en el negocio crearon unas zapatillas con las que “se saltaba más”. Después tuvo que intervenir la NBA.

La NBA censuró unas zapatillas... ¡con las que se saltaba más!

Suena a leyenda urbana, pero pasó. No es la trama del capítulo de una serie americana ligerita, de las de antes, ni una versión telefilme de Space Jam. No, pasó: la NBA prohibió el uso de unas zapatillas que hacían que, sencillamente, el que las llevaba saltara más. El fabricante era (es, de hecho) Athletic Propulsion Labs, y la historia se remonta a 2010.

Entonces, antes del inicio de la temporada 2010-11, la NBA se encargó de que ningún jugador saliera a una pista con unas zapatillas que habían salido de la nada pero que, decidió la propia Liga, rompían las normas al aportar “una ventaja competitiva injusta”. Era el modelo Concept 1 de APL, costaba 300 dólares e hizo campaña de marketing gracias a esa prohibición, que era una forma de legitimar, nada menos que por la mismísima NBA, que con esas zapatillas, efectivamente, se saltaba más.

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El comunicado de la marca se recreaba en la intervención de la NBA: “por primera vez en sus 64 años de existencia, la NBA prohíbe una línea de zapatillas en base a que aportan ‘una ventaja competitiva injusta’ ya que incrementan la capacidad de salto del que las lleve puestas. La prohibición de usar el modelo Concept 1 de Athletic Porpulsion Labs confirma que las zapatillas efectivamente producen ese efecto que se buscaba con su creación y el uso de la tecnología Load’N’Lunch. Ningún jugador profesional podrá llevarlas en la NBA. Esta medida llega en el 25 aniversario de la prohibición de las Air Jordan de Nike, pero en aquel caso por los colores que se usaron en su diseño y no porque produjera una ventaja competitiva su uso”.

Los estudios indicaban que este diseño generaba una especie de efecto muelle, propulsaba en vez de absorber el impacto posterior al salto, y permitía que el salto vertical creciera hasta 8,89 centímetros. Los creadores eran los hermanos Goldson, Ryan y Adam. Cuando eran estudiantes (y deportistas: football y baloncesto) en la universidad de Southern California, la reputada USC, tuvieron esta idea dentro de un programa de emprendimiento: zapatillas exclusivas, de lujo y que ayudaban a rendir mejor en la pista de baloncesto. Sus profesores no les tomaron en serio, pero ellos llevaron el concepto a la realidad, un diseño suyo sin ninguna experiencia previa en el campo.

Sin casi capital ni posibilidades de hacer una gran campaña de publicidad, los Goldson invirtieron el único dinero que tenía, un solo disparo, en un anuncio a página doble (“stop dreaming, jump higher”: deja de soñar, salta más arriba) en SLAM, biblia del baloncesto estadounidense, para aficionados… y jugadores, de las canchas callejeras a la NBA. Dicho y hecho: los profesionales empezaron a llamar, también sus agentes, sus familias… finalmente la NBA tuvo que intervenir, se llevó las zapatillas para investigar y, después de meses de silencio y pruebas secretas, anunciaron el veto. Los Goldson, al menos, aprovecharon para vender: “a muchos frikis de las zapatillas pero también a jugadores y jugadoras profesionales que tenían contratos con otras marcas pero querían tener nuestras zapas también”.

En 2020, regresaron, con dos nuevos modelos, Superfuture y Concept X que se iban a 400 dólares y redoblaban la apuesta por la tecnología que mejoraba el rendimiento. El año pasado también lanzaron un modelo (Streamline) que, por 300 dólares, ayudaba a correr mejor a los locos del running. La idea la habían tenido después de pegarse una buena pateada por Tokio y observar, agotados, el diseño de unas tortitas japonesas: “gruesas pero blanditas y ligeras”).

Siguen en ello pues. Al menos tienen el hito de haber creado las únicas zapatillas que la NBA realmente censuró porque aportaban una ventaja deportiva. Nada que ver con ese ya legendario asunto del veto a las Air Jordan 1 por ser rojas y negras y romper el código de vestimenta de la Liga en los ochenta. Entonces, ya se sabe, Nike aprovechó el episodio para levantar un imperio: se hacía cargo de los 5.000 dólares de multa que Jordan tenía que pagar cada vez que las usaba… y se encargaba de que todo el mundo supiera que eran unas zapatillas prohibidas. Lo dijo el propio Jordan: “Todos somos como chavales. Si tus padres te decían que no hicieras algo, más ganas te entraban de hacerlo…”.