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FINALIZADO

NBA | MAVERICKS-CELTICS

Doncic, contra las cuerdas

Sólo cinco equipos en la historia de la NBA han remontado un 2-0 en una Final. Los Mavs, obligados a ganar en casa tras dos partidos de clara inferioridad.

Doncic, durante el segundo partido de la Final.
MADDIE MEYERAFP

Los Mavericks viajan a Dallas contra las cuerdas. El esfuerzo de Luka Doncic, solo ante el ejército de los Celtics, ha sido insuficiente para ganar ningún partido en Boston y la situación es la que es: 2-0 para el equipo de Joe Mazzulla, un resultado que sólo se ha remontado cinco veces en la historia de la Final. Si los texanos tienen algo a lo que agarrarse es que al menos se ha hecho. Y que en la última década, además, se ha conseguido en dos ocasiones: los Bucks en 2021 ante los Suns; y los Cavaliers de 2016 contra los Warriors del 73-9, en una serie en la que además llegaron a ir 3-1 abajo y acabaron venciendo contra todo pronóstico en un ejercicio de supervivencia extraordinario. Más atrás, en 2006, queda la remontada de los Heat, liderados por Dwayne Wade... ante los Mavericks. Vivan las coincidencias.

En esos Bucks de 2021 estaba Jrue Holiday, hoy en los Celtics, clave en un segundo partido en el que cuajó una actuación celestial: 26 puntos (11 de 14 en tiros), 11 rebotes y 3 asistencias. En los Cavaliers de 2016 estaba Kyrie Irving, hoy en los Mavericks. Ese factor determinante que no lo está siendo, que tiene un pasado en el equipo verde y al que le ha superado la situación en el Garden. De momento, 14 tantos de promedio con apenas el 35% en el lanzamiento, incluido un 0 de 8 en triples combinado entre ambos partidos. Las posibilidades de los Mavericks pasan porque Irving de un paso al frente. Eso sí, tienen que ganar el tercer partido pase lo que pase: nunca, nadie en la historia, ha remontado un 3-0. Ni en la Final ni en ningún otro punto de los playoffs. Una diferencia insalvable, imposible, que los texanos intentarán evitar a toda costa para seguir vivos en la lucha por el título, por seguir soñando con llegar a esa cima que tocaron en 2011, con Dirk Nowitzki de líder y Jason Kidd, hoy su entrenador, en pista.

Todo (o casi) es una cuestión de narrativas que no valen para nada: los Celtics ganaron el primer partido arrasando y el segundo sin meter los triples (10 de 39). Se han permitido incluso sus típicas ausencias y no han sufrido para apagar los pocos fuegos que ni siquiera han amenazado con incendiar el Garden. Y les ha dado igual que Doncic produzca como viene siendo habitual: 31 puntos, 10,5 rebotes y 6 asistencias en el Garden. Un nivel extraordinario y triple-doble en el segundo asalto, algo que da igual si el resto, Kyrie a la cabeza, no acompaña. En ese partido, el esloveno se fue a un 4 de 9 en triples. El resto del equipo, 2 de 17. Así es imposible.

Los Celtics han ganado 64 partidos en regular season y si ganan llegarán a las 80 victorias, una cifra astronómica. Apenas han necesitado 14 partidos para plantarse en la Final, y sólo han acumulado dos derrotas en todos los playoffs (ante Heat y Cavs, en primera y segunda ronda). Están a dos victorias de su primer anillo desde 2008, el único de la franquicia desde 1986. Contra eso y contra sí mismos juegan unos Celtics que no se bajan de los playoffs desde 2015 y que, en ese periodo de tiempo, han pisado las finales del Este en seis ocasiones, accediendo a la gran Final en dos de ellas. Pocos equipos en la historia han sido tan sostenidamente buenos a lo largo del tiempo sin ganar el título, algo que el orgullo verde tiene más cerca que nunca. De hecho, a un paso. De triunfar y, además, desempatar esos 17 anillos que comparten con los Lakers en una lucha eterna por el trono de la NBA.

Muchos factores y Kyrie

Los Mavericks deben mejorar muchas cosas para poder ganar a un equipo mejor. Y son capaces de ello: deberían tirar mejor de tres, controlar mejor el balón (26 pérdidas acumuladas en lo que va de serie), permitir menos rebotes ofensivos y encontrar los emparejamientos adecuados con Kristaps Porzingis, que acabó tocado el segundo asalto pero promedia 16 puntos en la Final y jugará el tercero. Los cinco jugadores abiertos de los Celtics hacen mucho daño a los texanos y dicha táctica obliga a Jason Kidd a mandar a Daniel Gafford a defender posiciones exteriores, al igual que a un Dereck Lively al que se le está haciendo muy cuesta arriba el asunto y al que le pesa, algo que no ha ocurrido en todos los playoffs, la etiqueta de rookie. Frenar la producción anotadora de Jayson Tatum está siendo un éxito (17 puntos de media con un 12/38 total en tiros y 4/14 en triples), pero la estrella no para de asistir (8 pases de media, 12 en el segundo partido) y no hay ocasión en la que no penetre y pueda doblar el balón a cualquiera de sus compañeros en el exterior.

Jason Kidd, que contra todo pronóstico se ha consolidado como un buen entrenador en estos playoffs, deberá ser el que ajuste y tome decisiones. Pero no todo tiene solución, y si bien hay variables controlables (el triple, la disminución de pérdidas, la producción en la zona), hay otras que no lo son. Y no es sólo que sea imposible controlar a los Celtics, es que lo más seguro es que mejores. El 25,6% en triples del segundo asalto contrasta con el 38,8% que han firmado en temporada regular, siendo el segundo mejor equipo en este aspecto tras los Thunder. De nada vale que Kidd diga que Jaylen Brown (21,5 puntos en lo que va de serie) es mejor que Tatum. No ha causado ningún conato de guerra interna en unos Celtics que parecen ir sobrados. Para meter miedo hay que ganar el tercer asalto. Casi un win or go home para Dallas. Porque, recordemos, jamás se ha remontado un 3-0. Nunca. Otra vez.

Eso sí, por mucho que se analicen determinados aspectos del juego de los Mavericks y cosas que pueden hacer (o no) ante el monstruo verde, todo pasa por Kyrie Irving. De su talento, de su vida y obra, de la narrativa que envuelve a una de las personalidades más contradictorias y cautivadoras de la historia de la NBA. De su ambivalencia y su ambigüedad. De que produzca. LeBron James dijo hace poco que era el jugador con más talento de siempre. De momento, esto no ha sido así. Kyrie está superado por la situación encarándose con el público y acumulando derrotas contra la franquicia a la que en su día prometió salvar y casi destruye. Lleva 14 seguidas. Quizá, lejos del ruido del Garden podamos ver otra versión de un jugador que se ha reivindicado en estos playoffs, que ha demostrado que tiene todavía mucho que aportar, que su calidad sigue ahí, escondida en algún sitio, y aparece a borbotones en momentos concretos. En la Final no ha ocurrido, pero todo pasa por ahí. Por Kyrie Irving. Los Mavericks lo necesitan. Luka Doncic le necesita. Si todavía queda en Dallas una mínima posibilidad de ganar, tiene que emerger. No queda otra.

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