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SELECCIÓN ESPAÑOLA (M)

España y la incertidumbre olímpica

El batacazo en el Mundial no compromete el futuro de la Selección a medio plazo por los nombres que vienen por detrás, pero sí para los Juegos. Lorenzo Brown y Ricky Rubio, nombres clave para el año que viene. De momento, la FEB no se ha planteado organizar el Preolímpico, pero tampoco lo descarta.

Basketball - FIBA World Cup 2023 - Second Round - Group L - Spain v Canada  - Indonesia Arena, Jakarta, Indonesia - September 3, 2023 Spain coach Sergio Scariolo REUTERS/Willy Kurniawan
Basketball - FIBA World Cup 2023 - Second Round - Group L - Spain v Canada - Indonesia Arena, Jakarta, Indonesia - September 3, 2023 Spain coach Sergio Scariolo REUTERS/Willy KurniawanWILLY KURNIAWANREUTERS

Decía Sergio Scariolo en la previa del partido contra Canadá que, independientemente del resultado, la Selección española masculina tenía un pasado y un futuro por delante. Y eso es indiscutible. Se ha construido una historia gigantesca y por detrás vienen nombres que, a falta de saber si se consolidarán, son muy potentes a medio plazo: a los Aldama y Juan Núñez, con quien ha habido que anticipar los plazos, hay que unir a Aday Mara, Izan Almansa, Baba Miller, Rafa Villar, Langarita… La FEB sigue sembrando.

La incertidumbre está en el corto plazo porque este ciclo olímpico (2021-2024), más corto que otros ya que los Juegos de Tokio se celebraron con un año de retraso, se ha complicado. El batacazo en el Mundial obliga a España a ir a un Preolímpico diabólico en el que se integrará en uno de los cuatro grupos de seis equipos en los que se divide el torneo. Sólo el primero estará en la cita de París. La FIBA organiza el Preolímpico en cuatro países distintos (los clasificatorios para Tokio se disputaron en Lituania, Canadá, Croacia y Serbia). El mero hecho de imaginarse en Atenas jugándose una plaza en París frente a Antetokounmpo; o en cualquier otra sede dura contra estrellas como Doncic, Jokic, Schröder o quien corresponda, impone. El torneo, además, exige una concentración bestial. Se juegan cinco partidos en seis días (del 2 al 7 de julio) y hay que ganarlos todos para asegurarse estar.

Las fechas supondrán un grave problema. Casi el cien por cien de los potenciales internacionales españoles, con excepción de Aldama y Ricky (a falta por saber el futuro de Garuba), compiten en Europa, donde las ligas terminan a mitad de junio, a apenas veinte días de que arranque el Preolímpico. La mayoría están en la ACB. De los que han estado este Mundial, Alberto Díaz (Unicaja), Parra, Abrines, Brizuela y Willy (Barça); Rudy y Llull (Real Madrid), Claver (Valencia). Pero también los hay repartidos en las ligas europeas. Juan Núñez seguirá en el Ulm alemán y Juancho es uno de los fichajes estrella del Panathinaikos. En Israel, además, está Lorenzo Brown. Hay que detenerse en ese nombre.

Brown, base estadounidense nacido en Georgia y nacionalizado por carta de naturaleza el curso pasado, resultó capital en el éxito del Eurobasket del año pasado en Berlín. Este año, los problemas físicos le impidieron estar disponible pese a que la FEB lo intentó hasta muy al final. Sin éxito. Lorenzo casi valió por dos en el oro de Berlín. Produjo una barbaridad y, sobre todo, alimentó a Willy, que lo ha echado mucho de menos en este campeonato. Además de Brown, el otro gran nombre del año será Ricky Rubio, que de momento ha detenido su actividad deportiva para cuidar de su salud mental. Tiene contrato con los Cavaliers y en la FEB confían en que hay tiempo suficiente de volver a ver sonreír a Ricky, jugar a gran nivel y competir en la pista como MVP que fue en el Mundial de 2019 y actual miembro del quinteto ideal de los Juegos.

La FEB, en año de transición presidencial (habrá elecciones en 2024 después de un primer año de presidencia de Elisa Aguilar), tendrá que decidir, primero, si organiza el Preolímpico (de momento, no está en el plan porque el canon que exige la FIBA y la organización supondría un gasto de más de dos millones de euros). Eso sí, aunque sea caro, no está descartado. Y luego, hacer un trabajo de seducción a los jugadores, que son conscientes de que, en caso de estar en los Juegos Olímpicos, estarán casi dos meses en la dinámica del equipo nacional después de una temporada larguísima. Tal vez eso sea lo de menos porque el premio, unos Juegos, activará un compromiso que, por otra parte, casi siempre existe.