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MUNDIAL | EDICIÓN 2023 | SEMIFINAL

Bogdanovic entierra el sueño de Canadá

Serbia pasa a la final del Mundial con todo merecimiento, manejando el partido y sentenciando al final a través de Bogdanovic. A Canadá le faltaron argumentos.

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Bogdanovic entierra el sueño de Canadá
Stats Perform

Se acabó el sueño canadiense. Al menos, el del oro. La lucha por el bronce la tendrán contra Alemania o Estados Unidos, el que caiga de los dos en la segunda semifinal de un Mundial del que Canadá, a pesar de todo, se puede sentir orgullosa. Ha conseguido su mejor resultado histórico, remontó 12 puntos a España en el último cuarto para pasar a cuartos de final y pasó por encima de Luka Doncic sin compasión. Shai Gilgeous-Alexander ha demostrado a todo aquel que no vea NBA que es una estrella de presente y futuro, la combinación ha salido a la perfección, Dillon Brooks ha tenido momentos de buen baloncesto y Jordi Fernández sigue opositando para ascender en el escalafón de entrenadores. Uno, de momento, sin techo.

Pero Serbia era un hueso demasiado duro de roer. Casi imposible, de hecho. Svetislav Pesic está curtido en mil batallas y, si bien Canadá no ha contado con Jamal Murray ni Andrew Wiggins, los balcánicos no tenían a Nikola Jokic. Ni a Vasilije Micic, Nemanja Nedovic, Boban Marjanovic, Milos Teodosic o Nikola Kalinic. Les dio igual: sí estaba Bogdan Bogdanovic. El alero, en una soberbia actuación que va en consonancia con el gran Mundial que está cuajando, finalizó con 23 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias para 28 de valoración, lanzó con un 8 de 12 en tiros de campo y un 3 de 4 desde el exterior. Y manejó el final a la perfección, midiendo los tiempos, penetrando cuando había que hacerlo y haciendo buena la renta que su equipo había conseguido previamente.

Con 86-76 en el marcador, Bogdanovic emergió con una grandísima bandeja, un tapón sobre Brooks y, posteriormente, un triple que dejaba el choque visto para sentencia (91-76). En lo que restaba, algo más de 4 minutos, le dio tiempo a robar 2 balones y anotar otros 2 puntos. Su actuación, excelsa, impulsó a Serbia, que se cuela en su primera final desde 2014, cuando perdió contra Estados Unidos. Y puede ganar su primer oro como país independiente. Antes, cuando compartía nomenclatura con Montenegro, conquistó el máximo premio de forma consecutiva en 1998 y 2002. Más de 20 años sin la mejor de todas las medallas, obviando los tiempos de la ya desaparecida Yugoslavia y su dominio en este tipo de competiciones.

Serbia, simplemente, fue mejor. Pesic no entró en el juego físico que proponía Canadá ni entró en la pelea con los árbitros a pesar de que los de Jordi Fernández lanzaron 27 tiros libres, 7 más que sus rivales. El exentrenador del Barça (y de muchos otros equipos) lo tenía claro: rebote y asegurar tiros. Ahí se hicieron fuerte los serbios, que ya mandaban de 8 (23-15) al final del primer periodo y ampliaron la diferencia antes del descanso (52-39). La barrera siempre se mantuvo en torno a los 10 puntos y se amplió más veces de las que se redujo. Serbia manejó el partido como lo hace una selección que opta al título: con paciencia, buscando siempre las mejores situaciones de lanzamiento y, al final, apoyándose en un Bogdanovic celestial.

A Bogdan le acompañaron un buen Nikola Milutinov (16 tantos y 10 rebotes), Ognjen Dobric (16), Marko Guduric (12) y Aleksa Avramovic (10). Nada pudieron hacer ni RJ Barret (23), Dillon Brooks (16) o Shai Gilgeous-Alexander, que esta vez no pudo ser el factor diferencial y se quedó en 15 tantos con problemas de faltas: 3, todas ellas en la primera mitad, la última con protesta y técnica para Jordi Fernández. Canadá estuvo desbordada: fue más a la línea de tiros libres, pero cometió más faltas (25 por 22), Nickeil Alexander-Walker (10 tantos, 3 faltas), Luguentz Dort (4) y Brooks (otras 4). El arbitraje, permisivo ante Eslovenia, sancionó esta vez la dureza de Canadá, que no fue capaz de jugar de otra manera y tuvo muchos problemas para mantener la compostura, algo normal cuando no has jugado nunca un partido de este bagaje.

A pesar de la derrota inicial ante Italia y las dudas generadas, Serbia llega con muchos argumentos a la final del Mundial. Bien entrenados, con las ideas preclaras, una forma de jugar atractiva y un Bogdanovic que es el hombre que muchas selecciones no tienen, ese que te permite cerrar un partido y que no le tiembla el pulso en los momentos calientes. A pesar de las pérdidas (hasta 17 ante Canadá), el control de las situaciones límite inclinó la balanza hasta el 95-86 final. Será una nueva oportunidad, además, para Pesic, que fue el entrenador de Alemania en el oro de 1993, un Europeo delicioso; y ganó con Serbia y Montenegro el oro del mismo torneo en 2001 y del Mundial de 2002. Un éxito que, 21 años después, puede repetir con una plantilla profunda y el punto a favor que siempre te da la experiencia. Serbia, a la final del Mundial 2023. Y con todo merecimiento.