Luis Scola, uno de los estandartes de la Generación Dorada
El mítico exjugador (43 años) se hizo gigante con un Baskonia que estuvo entre los mejores equipos de Europa; con Argentina rompió moldes y fue campeón olímpico.
Luis Scola cogiendo rebotes. Luis Scola bailando en el poste, fintando, metiendo el cuerpo… anotando. Ganando partidos. Ganando, ganando y ganando. Profesional durante más de un cuarto de siglo, desde los 15 años en Ferro Carril Oeste (temporada 1997-98) hasta los 41, en Italia (Milán, Varese…) y en espera de los Juegos de Tokio, retrasados por la pandemia. El escenario de su verdadero adiós: su último partido con Argentina. Allí, cuando acabó el duelo contra Australia, su última batalla olímpica, el juego se paró y todos (compañeros, rivales, árbitros, periodistas, públicos) le dedicaron un homenaje que es historia del baloncesto. Tan importante fue su camino.
Ahora, Luis Scola (Buenos Aires, 1980) ya forma parte del Hall of Fame de un baloncesto español al que está tan profundamente unido: “Estoy muy contento de estar aquí hoy. Vine hace mucho tiempo y crecí como persona. Hoy ser reconocido acá en España es una alegría inmensa”. Con nacionalidad española, firmó con el Baskonia en 1998, jugó dos años cedido en Gijón y luego hizo historia en Vitoria con un equipo majestuoso que ganó una Liga, tres Copas, tres Supercopas y se convirtió en habitual de las Final Four en una Euroliga que rozó, sobre todo, en 2001: el Baskonia perdió la final en un excepcional playoff a cinco partidos (3-2) contra la Virtus de Bolonia… de Manu Ginóbili.
Sus batallas en las zonas contra Felipe Reyes (que se refirió a él durante su premiación), la fuerza imparable contra el objeto inamovible, son legendarias. En la ACB… y en selecciones, claro. Fue uno de los estandartes de la Generación Dorada, el equipo que convirtió en histórico al baloncesto argentino. El que ganó (él, Ginóbili, Oberto, Nocioni, Prigioni, Pepe Sánchez…) el oro olímpico en 2004 y sumó otro bronce olímpico y dos platas mundiales, la última contra España, en el Mundial de 2019.
Abanderado de la delegación argentina en Río 2016, se retiró como segundo máximo anotador de los Mundiales y cuarto de los Juegos. Ambos rankings los lidera otro que está en nuestro Hall of Fame: Oscar Schmidt. Se reivindicó en la NBA (sus mejores años, en los Rockets) y ahora, dirige desde los despachos al Varese con el mismo objetivo que siempre ha tenido: ganar. “Me gustaría agradecer a la Federación Española por los 100 años, la premiación de hoy y el poder ser una pequeña parte de esta magnífica historia”, terminó el argentino en la mágica noche de Sevilla en la que reafirmó su lugar en la historia del baloncesto español.
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