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España... sin el patrón de las causas imposibles

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Si uno busca en los partidos más duros que ha jugado España en los últimos Eurobasket vienen a la cabeza, casi sin pensar, la semifinal de 2017 contra una Eslovenia en vuelo rasante, embalada en el ritmo de Dragic y Doncic; o la de 2015, el legendario partido de los 40 puntos de Pau Gasol contra una Francia acorazada y empujada por 27.000 aficionados en aquel infierno del campo de fútbol convertible del Pierre-Mauroy. Si se piensa, esta Alemania era una mezcla de esos tremendos rivales: los tambores de guerra del Mecedes-Benz Arena de Berlín y la energía de un rival que cargaba como un rinoceronte: físico, impulso, talento NBA. España se enfrentaba a un reto descomunal… y sin el Pau del Pierre-Mauroy. El patrón de las causas imposibles.

Sonaba a tarde de perros, a mal día en la oficina. Pero a España le tocaba jugar y eso es lo que hace siempre: juega. Sean cuales sean las circunstancias y afirmada en aquello que dijo el legendario Jerry West: “No se consigue nada si solo te esfuerzas el día que te sientes bien”. Cuando Alemania sacó la percusión, cuando lanzó un órdago como el que descoyuntó a Antetokounmpo tres días antes, siguió jugando. Sufrió, resistió, y volvió a ganar. Es aquello, por citar a otra leyenda, que dijo Larry Bird: “Sigue y sigue hasta el final. No cedas ni un palmo hasta que suene la bocina”.