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Selección Española (M)

El día que Marc Gasol fue de urgencia a la Selección y ganó un Mundial con España

El exjugador disputó el torneo intercontinental de 2006 por la lumbalgia de Fran Vázquez. Su final ante Grecia fue apoteósica.

Marc Gasol y Sergio Rodríguez, tras ganar el Mundial de 2006 en Japón.
RODOLFO MOLINA DiarioAS

Recién superados los veinte años, a Marc Gasol no le iban bien las cosas en el Barcelona. Dusko Ivanovic (del que luego dijo que había aprendido “que en la vida no todo es fácil”) no le daba minutos. Consideraba que, pese a su potencial, sus 211 centímetros y su pedigrí (Pau Gasol ya tocaba el nivel de estrella en la NBA), aquel Marc de 2005 era un jugador inmaduro y lento, en parte porque no cuidaba su dieta y jugaba con más kilos de los que creía conveniente el entrenador montenegrino. En la temporada 2005-06 casi no rascó bola. Roberto Dueñas, Denis Marconato, Gregor Fucka, Michalis Kakiuzis… cualquier opción era mejor para Ivanovic en el juego interior del equipo azulgrana.

Así que las cosas no iban bien para un Marc que había pasado por las categorías inferiores del Barça y se había ido en 2001 a Memphis, cuando su hermano dio el salto a la NBA con los Grizzlies. En Estados Unidos, le había ido de maravilla en el Lausanne Collegiate, donde fue elegido Mister Basketball, un techo en el baloncesto de instituto de Tennessee, y desde donde (con más de 27 puntos y 12 rebotes de media), Marc empezó a llamar la atención de universidades importantes. Decidió volver a España en 2003, al Barça, pero lo hizo sin cobrar nada de primeras para mantenerse como amateur y no perder, por si acaso, su elegibilidad universitaria en EE UU.

En el verano de 2006, mientras Marc le daba vueltas a una situación deportiva que no despegaba, España preparaba el Mundial 2006 que acabaría siendo el gran torneo que cambió la historia del baloncesto español, la gran puerta a la gloria para la generación de los Júniors de Oro. Marc, que casi no había jugado en el Barça, no estaba en la prelista. Pero acabó entrando cuando una lumbalgia dejó fuera a Fran Vázquez. Primero llegó como invitado, y finalmente se ganó un último puesto que parecía que iba a ser para Edu Hernández Sonseca. El seleccionador, Pepu Hernández, creía que el corpachón y el talento (todavía sin exprimir) de Marc merecían un puesto en el equipo. Por si acaso. “Nos puede servir de gran ayuda”, dijo el entrenador que puso una condición: “Tenía que bajar unos cuantos kilos. Le vi con una ilusión tremenda los primeros días, que hacía todo lo posible por estar y quedarse en el equipo, y esa ilusión pudo con todo, aunque pasó algunas estrecheces en el tema de alimentos (ríe)”.

“Pero lo superó todo con creces y acabó ayudándonos muchísimo no solo en la competición, en los entrenamientos, la preparación, sino también en la final, donde fue un hombre muy importante”, continúa Pepu, que con esa decisión cambió para siempre la carrera de un Marc que nunca olvidó, después, Japón 2006: “Era muy joven, no sabía a dónde iba. Gracias a la Selección entendí mejor lo que era el baloncesto profesional”.

En esa final emergió Marc, con físico para ponerse delante de Schortsanitis. El español acabó con 2 puntos y 7 rebotes en 17 minutos. Pero la clave no fueron sus números… fue que el gran pívot rival se quedó en 2 puntos sin rebotes, con cuatro pérdidas y 3 faltas personales. España fue campeona del mundo y todas las decisiones de Pepu parecieron movimientos magistrales: “Se pensó que llevaba a Marc por capricho, pero lo conocía de antes por actuaciones con las categorías inferiores, conocía su capacidad y su inteligencia”.

Marc, campeón del mundo, se marchó a Girona, al proyecto faraónico (pero breve) que se montó bajo el paraguas de Akasvayu. Allí jugó dos años, el primero para dejar atrás las malas sensaciones del Barça y el segundo para ser MVP de la ACB: 16,6 puntos, 8,4 rebotes, 2,5 asistencias, 1,8 tapones y 28,2 de valoración media. Se cuidó más, siguió una estricta dieta y se convirtió en el jugador que, justo después (verano de 2008) hizo las maletas y se marchó a Estados Unidos para acabar siendo uno de los grandes pívots NBA de su generación: all star, Defensor del Año y campeón. “Aquel partido contra Grecia fue un cambio radical para él. Ese verano fue una revolución individual después de una mala temporada en la que no había tenido continuidad. Pero para nosotros hizo un trabajo extraordinario, por fuera y por mentalidad”, explicó Pepu.

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