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Cabeza, corazón y carácter

El baloncesto femenino ha crecido a pasos agigantados en el Siglo XXI, pero no olvida sus raíces. Aunque Blanca Ares recuerda a sus predecesoras (Rocío Jiménez, Carolina Mújica, Wonny Geuer...), lo cierto es que ella representó como nadie ese ADN que ha caracterizado al baloncesto español. Porque aunque sea un deporte de altura, durante años esas carencias se solventaron a base de cabeza, corazón y, sobre todo, mucho carácter. Ese que a ella le hizo brillar en una carrera meteórica al sprint, porque le bastaron cinco o seis años para convertirse en una de las mejores en la historia del baloncesto español hasta que con 26 años dijo “basta”, pero con un oro europeo, el primero para nuestro baloncesto, colgado al cuello.

“Y hasta aquí hemos llegado” también dijo Elisa Aguilar con ese otro oro europeo que llegó en 2013, justo 20 años después del de Blanca. Había pasado mucho tiempo, pero la esencia, con el “Ejército de Pancho Villa”, era la misma. Cabeza, corazón y mucho carácter.